domingo, 28 de junio de 2009

30/01 – Titicaca, diferente



Ya pasamos por llanuras, quebradas, desierto, puna, montaña, selva y nos faltaba el agua. Viajamos toda la noche y dormí muy poco. Pasamos a Bolivia con el amanecer y llegamos a Copacabana a la mañana, ciudad turística fronteriza y de mucha joda sobre el gran lago Titicaca. Además, desde acá salen las excursiones a la Isla del Sol por solo 15 Bs.

Así fue y a las 13:30 partimos hacia allí en una lanchita y disfrutando de esos lugares impresionante. El inmenso lago y el más alto del mundo (3800 m. s.n.m.), rodeado de picos nevados. Ahí estábamos, navegando como si estuviéramos en el San Roque.

Estuvimos en la Isla un rato nomás y después fuimos a un templo ahí, una especie de ruinas. Volvimos, se hizo la tarde y pintó la joda en el hostel y en el pueblo. Vimos la puesta del sol sobre el lago, comimos algo tipo 9 pm y después, a tomar un vino a la costa.

Copacabana tiene un ambiente espectacular en esta época; muchos argentinos y gente de toda Sudamérica de la que te hacés amigo al momento, contás historias y te cagás de risa.

Fuimos al bar del “vidrio roto” con dos chicas porteñas que estaban en el hostel y el ambiente era espectacular ahí: música en vivo, bebidas, gente de todos lados y demás. Cerró temprano y nos fuimos a tomar otro vino a la terraza del hostel con una de las chicas y dos brasileros viajantes. Excelente.

Nos fuimos a dormir tarde, a las 4, y a las 7 nos tenemos que despertar para ir de nuevo a La Paz. Cansadasos, queremos salir para Potosí mañana también para conocerla y ya ir volviendo a Argentina. Este viaje está siendo abuso, tal como lo soñamos y no se puede pedir más

martes, 23 de junio de 2009

29/01 – Un susto y despedida a lo grande

Situación: Hostel de Cusco por 10 soles la noche (unos 12 pesos), durmiendo ahí, tres de la mañana... Terrible, pero terrible, cagaso con un tipo que empezó a golpear la puerta y la empujaba queriendo entrar; le preguntamos qué quería y dijo que “dormir", ni en pedo lo dejábamos entrar así que le gritamos que no teníamos lugar... y se fue.


Pensamos que ahí nos choreaban todo y me quedé viendo la puerta un rato largo después de que no se lo sintió más. Nunca supimos quién era, si era del hostel o si era uno o eran más, pero fue un susto grande como Cusco. Es que siendo unos pendejos, estando en otro país y lejos, todo es diferente y pensás en tu familia que te espera, más allá de la tolerancia, respeto y profunda identificación, empatía y admiración que sentimos por esta gente.


A la mañana nos despertaron unas bombas y salimos del hostel lo más rápido que pudimos. Fuimos a sacar pasajes para Copacabana pensando hacer la Isla del Sol al día siguiente, ya en tierra boliviana otra vez.


Almorzamos en un lugar cerca del centro muy bueno y barato, y a la tarde la usamos para dar una última recorrida por esta ciudad que vamos a extrañar.


Compramos algunas boludeces de regalo y propias y fuimos a tomar una Pilsen peruana, que terminaron siendo dos, cena de por medio en el mismo lugar, con una “conferencia” mundial improvisada acerca de todo. Eran dos porteñas, dos chubutenses, un iraní, un peruano con su hijo y nosotros, todos viajantes, teniendo una conversación excelente con historias que nos sacudieron la estantería.


Fue la mejor despedida que pudiésemos haber tenido de este fantástico país. A lo grande, inolvidable, lo que esperábamos y veníamos a buscar. Esa fue nuestra última noche en el Perú.


A las 10 pm nos fuimos en taxi a la Terminal terrestre y tomamos el colectivo a Copacabana, de vuelta a Bolivia, despacito de vuelta a casa.

jueves, 18 de junio de 2009

28/01 – Empezar a volver. Cusco, otra vez.


Muy muertos, nos habíamos dormido temprano después de bajar caminando de las ruinas, con las piernas en la mano. Nos acostamos queriendo levantarnos a las 3 y media para ir caminando por las
vías a Santa Teresa, dar toda la vuelta en taxi hasta Santa María y en colectivo volver a Cusco. Lindos enfermos.a. Teto tomó coraje y sacó un par.


La caminata de 3 horas por la selva fue un aventurón de la cual no hay fotos por lo mal que estábamos. Estábamos destrozados, en un momento ya no podía mover las piernas y ni hablábamos. Nunca estuve tan cansado, pero me gustaba hacerlo.

Tomamos un taxi a Santa Teresa desde la Central Hidroeléctrica (hasta donde llegamos caminando), otro a Santa María y ahí nomás bus de seis horas de vuelta a la Ciudad Imperial. El camino: tremendo, llegando hasta los 4500 metros en un parte, muy vertiginoso y espectacular. Tampoco pude sacar fotos de este camino por las ganas de nada que tenía... la fiebre iba sentada en el asiento de al lado y yo conversaba con ella.

Llegamos otra vez a Cusco. Se siente bien estar de nuevo en esta ciudad. Ya un poco mejor, comimos muy barato como a las 4 de la tarde y fuimos a un hostel de 10 soles para esa noche. Obviamente, no era lujoso pero era justo como para nosotros.

Ahí nomás, a la Plaza de Armas. Nos reencontramos con las chicas (se habían vuelto antes en tren) y tomamos unos mates y unos tragos excelentes en un barcito (Pepe Zeta), antes de despedirnos de ellas porque tenían colectivo a La Paz a las 10:30 de la noche.

Espero verlas de nuevo a Lau y Vero porque fueron geniales y fue un placer haber pasado estos días con ellas desde que las encontramos en La Quiaca.
Además, fueron muy importantes y empujaron para que todos podamos alcanzar el objetivo. A ellas, muchas gracias y nos veremos otra vez. ¿Miguelito? Ya desapareció y no dio más señales.

Cansados hasta lo imposible, nos metimos al sobre tipo 11, tranquilos porque al otro día no tenemos porqué levantarnos temprano. Que alivio. Otra noche cusqueña o qosqoruna, como le dicen ellos. Salud.

sábado, 13 de junio de 2009

27/01 – Nada que decir



No tengo nada que decir acerca de lo que significa, por lo menos para mí, haber estado en Machu Picchu este día, haber visto eso con mis ojos, estando ahí en vivo y en directo y haberlo compartido con amigos.

Perdón, si tengo algo que decir: que al estar ahí y ver eso solo hay que hacer silencio y admirar esta maravilla del mundo construida en un lugar extremo e indescriptible por una civilización mítica, de las más grandes que tuvo la historia, que después fue arrasada por invasores.

Es de América Latina, es el orgullo del Perú, un país que da gusto por su naturaleza y su gente, en el cual nunca nos sentimos lejos de casa; al contrario, nos sentimos muy cerca de la Tierra.

Más allá de los dolores en las piernas y el enorme agotamiento físico, la felicidad es total porque hemos cumplido un sueño. Todos los que estábamos ahí, los amigos de antes y los de la ruta, nos necesitábamos mutuamente para esto y no hubiese sido posible sin ellos. Hoy me siento afortunado, agradecido y feliz por ellos.

No hay mucho más que decir, o quizás lo que tengo para decir acerca de esto es inexpresable. Me sabrán entender quienes hayan tenido el privilegio de estar en un lugar así. Simplemente es de menester quedarse callado. Si, callado. No hables al subir al Wayna, excepto para saludar a los que bajan; quedate callado al llegar a la cima y ver el mundo entero desde ahí; no digas nada cuando llegues a la Puerta del Sol si es que hiciste el Camino del Inca; o cuando subas una y otra vez, aunque las piernas te lloren, a la Casa del Guardián, para verlo todo. No va a haber nada que lo supere.
No digas nada, porque no hay nada que decir. Quedate callado; pero sentí esa revolución que se te hace por dentro, sentí cómo la vida te pasa por el frente, por el costado, por arriba y por abajo... ¿vivir por nada o morir por algo? Sentí la energía y aguantate las lágrimas... que vamos a volver.

martes, 9 de junio de 2009

26/01 – Destino final: Machu Picchu


Subimos al tren a las 5.30 de la mañana, arrancó y la espesa selva peruana ya no nos sorprendió. Espectacular. En el viaje, que duró una hora y media, fuimos charlando entre nosotros y con gente de otros países que iban también, obviamente, a Machu Picchu.


Al llegar a Aguas Calientes, viendo que llovía como es habitual, decidimos subir al día siguiente a la ciudadela, menos Miguelito (el compañero porteño) que subió ese día ni bien llegamos. Igual sacamos las entradas a las ruinas y nos hospedamos con las dos chicas en un buen hostel lleno de viajeros, por 15 soles.


La humedad acá es altísima, estamos en el medio de la selva y eso se siente mucho, como cuando esa misma tarde subimos al Putucusi, un cerro al costado del Wayna Picchu desde donde se ve parte de Machu Picchu (desde un costado). Las chicas nos avisaron de eso pero se nos hacía de noche (a las 6 pm ya no hay más luz) así que subimos apuradasos y terminamos fusilados; eso que al día siguiente teníamos que subir a las 4 de la mañana a las mismísimas ruinas.


Ver al Machu Picchu por lo menos desde un costado y lejos pero no por una foto, ya nos resultó estremecedor y nos mirábamos riéndonos sin poder decirnos nada, más allá de no poder respirar y estar todos mojados y transpirados por la subida.


Eso era un adelanto de lo que iban a sufrir las piernas en estos días, pero también un anticipo de lo espectacular e inexplicable que es esta maravilla del mundo y toda esta parte del Perú. Pareciera como si una mano extraña y la de los incas hubiesen preparado todo esto, con cada detalle, para que el mundo lo disfrute ilimitadamente en la posteridad.


Bajamos de nuevo al pueblo y a la noche comimos con las chicas y nos fuimos a dormir. Mañana tenemos un sueño que cumplir.

domingo, 7 de junio de 2009

25/01 – Recta final



Al levantarnos temprano, nos sorprendimos para bien con una vista espectacular de Cusco (todavía no la habíamos visto de día) mientras desayunábamos en el tercer piso del hostel. Ahí nomás a recorrer la ciudad y conocer más de cerca al ombligo de América, con mucha emoción también.

Cusco es impresionante, y saber la enorme historia que guarda causa orgullo y admiración. La Plaza de Armas es el lugar más céntrico y donde se ve una diversidad de gente de todo el mundo.

Almorzamos después de pasear y fuimos a buscar los bolsos para irnos a Ollantaytambo en un minibus, a esperar ahí el tren para Machu Picchu, que pasaba a las 5:30 del otro día. Así fue y a las 7 de la tarde ya estábamos en Ollanta después de otro camino de paisajes y lugares alucinantes, ante los cuales uno solo debe hacer silencio.

En un hostel por 15 soles dormimos lo que pudimos, previa juntada a cenar, charlar y guitarreada en una de las habitaciones, los seis juntos.
Solo queda un poco, un paso para que nuestros ojos vean, incrédulos y superados, las ruinas de Machu Picchu.

A las 5:30 de la mañana tomamos el tren a Aguas Calientes (Machu Picchu pueblo).



lunes, 1 de junio de 2009

24/01 – Rumbo a la Ciudad Imperial. Rumbo al Perú


Nos levantamos ya cansados, desayunamos tranqui tipo 7 y pedimos taxi para ir a la terminal. Salimos de La Paz a las 8:30. El viaje fue tranquilo y ver el Lago Titicaca, gigantesco, alrededor nuestro fue impresionante. El lago más alto del mundo a nuestra vista.


¡Entramos al Perú! Muy extraño y satisfactorio estar en un país al cual yo veía tan lejos. Viajamos toda la tarde metiéndonos en el país. Los paisajes y lugares, de película y uno mejor que otro a medida 
que avanzábamos. La inmensa Cordillera siempre tiene algo más que ofrecernos.


Finalmente llegamos a Cusco a las 8 de la noche. Apurados porque se nos venían las horas encima, fuimos a un hostel por 22 soles y después a caminar un poco por la ciudad hasta la Plaza de Armas, con mucha emoción interna contenida, de no caer que estamos acá, directamente.


Decidimos ir a Machu Picchu pasado mañana con alguna oferta barata. Cenamos en el hostel con una vista impresionante de la Ciudad Imperial y nos fuimos a dormir tipo 1, esperando recorrer Cusco mañana y a Machu, pasado. A acercarnos cada vez más al corazón de nuestra América. Cada vez falta menos.