Al subir por el mapa caen las horas. Lejos del mar, nos ahogamos en sal. Vámonos de aquí, vámonos de aquí... Llenando de sangre esta ruta de cristal.
Destruyendo calles inmortales El cielo es del aire y del sol La montaña llora porque nadie la escala Y el alma creyéndose libre va.
¿Dónde me llevas de viaje esta vez? Todos están acá, nadie va hacia esa luz. Albatros de primavera en huída cruel. ¿Dónde están los pasos que llevan a tu cruz?
Vámonos de aquí, vámonos de aquí Es nuestro el diamante del mundo Y el abrazo en la vena que por la tierra clama Porque uno hace de sí aquello que ama.
Al notar que mucha gente está interesada en hacer el Camino del Inca y que varios me han consultado sobre ello, llevaré adelante este post tratando de ayudar a informar al respecto para aquellos que tienen dudas (yo soy uno de ellos porque no lo hice) e invitando a quienes lo hayan hecho a que cuenten más o menos en qué consiste, cómo se puede reservar, precios y, lo más importante, sensaciones resumidas en una o dos palabras.
Para más información: http://www.viamedius.com/foro/sudamerica/Camino_del_Inca/5 www.viajeros.com
Fue mucho más, nos pasó la ruta por encima. No esperábamos tanto. ¿Eran alucinaciones o caminos? Sabíamos lo que es viajar, mas no sabíamos demasiado. Quisimos saber, y antes de lo pensado lo conocimos.
¿Cómo algo nos pudo seducir de esa manera, hasta amarla? Y si, porque la ruta nos venció de todas las formas posibles. Como una mujer irresistible, la conquistamos y fue nuestra. Su perfume olía a hierbas de montaña, a mar, a deseos incontenibles.
Me di cuenta que no hay nada más grande que el primer amor. La ruta es una mujer: te lleva a los lugares más lindos del mundo. Recorrerla es un placer, y ahora que abrimos los ojos podemos ver. Y cuesta entenderla, es una página en blanco de algún blog trotamundos*.
Todo camino puede andar, todo puede andar*. ¿Dónde vamos? Pateando inviernos y otoños enteros por Bolivia, o no sé dónde. Superviviendo a años llenos de nada, poco, algo o mucho. Toda respuesta estará escondida en la ruta, al costado, o en un monte.
No tenía visiones estrechas, pero fue demasiado; una furia contenida. Árboles, guitarra, familia, amigos, mujeres, ruta... ¿Mucho pido a la vida? Y no lo puedo evitar, caigo rendido. Nada me genera lo que el viajar. Bienvenidos al tren y... ¡Bendito sea, bendito sea su viaje!
-Invito a que los eventuales amigos visitantes cuenten qué les genera a ustedes el viajar, o qué les gusta o disfrutan más de ello; a fin de ayudarme a generar y difundir una "cultura viajera".
Más datos o recomendaciones... Hospedarse en cualquier lugar del norte de Argentina es barato (por $20 dormís en algún hostel, no hace falta decir si bueno o malo, simplemente dormís), solo hay que cargar la mochila y caminar un poco en cada pueblo, preguntar y buscar: es parte de esta forma de viajar.
De todas maneras, nada más barato que Bolivia: ni bien se cruza la frontera se pasa automáticamente a vivir por unos 30 pesos argentinos por día de base aproximadamente si tenemos en cuenta que en Potosí, La Paz o Copacabana, o la mayoría de las ciudades, un hospedaje común va desde 20 a 45 Bs ($10 - $25) y un menú completo (del más barato) en el Mercado o cualquier lugar de comida cuesta entre 7 y 10 Bs (4 - 5 pesos argentinos).
En Perú la comida está prácticamente a igual precio (un menú económico pero completo en Cusco va desde los 5 hasta los 10 soles y en Aguas Calientes y el resto del país los precios más accesibles rondan también ese monto). El sol peruano está prácticamente 1 a 1 con el peso argentino, con una leve desventaja para nuestra moneda.
Lo recomendable, hablando de la moneda, es llevar la mayor parte depositada en alguna tarjeta de red internacional. En cualquier ciudad de Bolilvia o Perú se puede extraer de cajeros que están casi siempre en el centro de las ciudades. Hay que llevar algunos dólares o sacarlos allá. No hace falta decir dónde hay que llevar guardado/escondido lo que se tenga de plata grande, las tarjetas o los documentos. La suciedad de algunos días sin bañarse pueden impregnar de olor los billetes con el riesgo de que la gente que los reciba sea víctima de ello, pero en fin, ¿qué va a ser? Todo sea por viajar.
La entrada a Machu Picchu se saca en Aguas Calientes (hay que sacarla al llegar al pueblo), al frente de la plaza de armas (en donde está la estatua del indio Pachakutek). Cuesta 64 soles con la ISIC Card o cualquier libreta de estudiante actualizada; sino, 124 soles. Jamás pensé que iba a amar tanto mi libreta como la amé en ese momento en que le di la mayor utilidad de toda mi etapa de facultad. La había usado durante tres años para rendir varias desagradables materias y ahora la usaba para entrar a Machu Picchu a mitad de precio (algo que en realidad, no tiene precio), ¿quién lo iba a decir? Como te quiero, Colegio Universitario de Periodismo. Y bueno, somos humanos e imperfectos.
Por último, vuelvo a decir que la mejor forma de viajar es esa: simplemente viajar, al modo de cada uno, con el espíritu de cada uno, donde quiera cada uno. Lo importante es realmente querer hacerlo, amar el viajar, tener ganas de llegar a algún lado más que de comer, llenar los pulmones de aire donde no lo hay por la altura, y viajar por viajar; y que, como dije antes, cuando hay ganas en serio, las ganas se transforman en posibilidades.
Ahora hablemos de plata, ¿de cuánto estamos hablando? Todo depende, nuevamente, del tipo de viaje que quieras hacer. En colectivo o a dedo vas a tardar más tiempo, pero vas a conocer en una cantidad directamente proporcional, y gastarás una cantidad de plata inversamente proporcional a lo que gastarías yendo en avión, tardando, a su vez, menos tiempo en esta última opción. El viajer es una relación conocer-tiempo-plata permanente. Toda una ciencia.
A continuación, un brevísimo resumen de los gastos que hicimos, como para darse una idea. De todas maneras, vuelvo a decir y lo reafirmo, para viajar a donde sea no son necesarias (y excluyentes) grandes cantidades de plata (odio esa palabra relacionada a tan sublime placer como lo es el viajar). Se puede viajar de la forma más sencilla y disfrutarlo de igual o mejor manera que haciéndolo lujosamente (a esta última opción, está claro, nosotros no la conocemos). A no olvidar que cuando de verdad hay ganas, las ganas se transforman en posibilidades; sino, a los hechos me remito. Entonces, ahí van..
Precios de colectivos, tren y empresas: -Córdoba - San Salvador de Jujuy: $151 semicama. (VIA TAC) -San Salvador de Jujuy - Tilcara: $11. (Evelia) -Tilcara - La Quiaca: $24 (Panamericano) -Villazón - La Paz: 85 Bs. (Tupiza) -La Paz - Cusco: 110 Bs. (Continente internacional) -Cusco - Ollantaytambo: 5 s. (Empresa sin nombre) -Tren Ollantaytambo - Aguas Calientes: Us$ 31 (Perú RAIL) -Santa María - Cusco: 15 s. -Cusco - Copacabana: 65 s. aprox. (Continental) -Copacabana - La Paz: 15 bs. -La Paz - Potosí: 60 bs. aprox. -Potosí - Villazón: 45 bs. aprox. -La Quiaca - Humahuaca: $15 aprox. -Humahuaca - San Salvador de Jujuy: $16 -San Salvador de Jujuy - Córdoba: $151
Al salir de viaje, teniendo en cuenta el tipo de viaje que haremos, nos preguntamos (por decirlo de la manera más sutil posible) qué debemos llevar y qué no, qué voy a usar y qué voy a llevar solamente a pasear y me hará un molesto peso en la mochila. Este último caso es el más común y nos pasamos todo el viaje maldiciendo aquella decisión cada vez que abrimos la mochila y vemos ese determinado elemento que llevamos al reverendo vicio, y nos aumenta el peso de la mochila innecesariamente.
Mi recomendación: llevar lo menos posible de ropa para ir lo más cómodo posible. Solo algunas pocas mudas de ropa que siempre tenés tiempo de lavar en los hostels y que se secan para el día siguiente. O si querés pagar en un lugar donde la laven (cosa que nosotros por supuesto no hicimos. Con suerte nos acordábamos de lavar la ropa) lo podés hacer y en todas las ciudades hay. Siempre hay que llevar abrigo a lugares de altura, aunque sea verano.
Si vas a parar todos los días en hostel, mejor: no tenés que llevar carpa y es un gran peso menos, sobre todo si tenés que caminar mucho como en un viaje a estos lugares. Sin embargo, nada le resta aventura a la carpa, sobre todo si llueve torrencialmente y se te inunda toda.
Todo depende del tipo de viaje que se quiera y esté dispuesto a hacer, todo depende. La experiencia da sabiduría y esa es la mejor forma de aprender a viajar y estar preparado para todo lo que pueda llegar a pasar. Con esto quiero decir que hay que salir y viajar, como sea. Lo importante es viajar.
- Para salir del país: al ser todos países y miembros asociados al Mercosur, solo con el DNI circulás libremente por toda Sudamérica. Si sos mayor de 21, no hay ningún problema. Sino, hay que hacer firmar un poder de autorización de los padres por un escribano (cuesta alrededor de $120). Para pasar a Bolivia es necesario, pero en Perú la mayoría de edad se alcanza creo que a los 20.
La frontera La Quiaca - Villazón es de las peores en el sentido del cansancio mental y físico que te genera estar ahí, y la cantidad de gente que hay, sobre todo en épocas de pico turístico como lo es enero - febrero. La solución: paciencia, a hacer la fila y los trámites de los dos lados y pasás con un papelito que tenés que guardar para salir del país, como constancia del día en que entraste y de que entraste legalmente. Los gendarmes de ahí son la peor basura, no es recomendable preguntarles nada a ellos si querés saber qué tenés que hacer para pasar.
El trámite para pasar a Perú es mucho más sencillo y ameno. La empresa de colectivo en la que crucés la frontera te inicia el trámite dándote el formulario para ir llenándolo ahí mismo en el colectivo, antes de llegar a la frontera. Por Desaguadero (ya en Perú) y por Yunguyo (por Copacabana) es igual de sencillo y los gendarmes y la gente son más amables y tratan un poco mejor a tu foraneidad e ignorancia.
Hay una simple razón para esto (según yo) y es que la gente peruana está más preparada para recibir a turistas y les sienta mejor recibirlos: sabe que el turismo les da grandes ganancias por la cantidad de atractivos y lugares con los que cuentan. Millones de personas visitan por año Perú, y miles de extranjeros de todo el mundo van a Machu Picchu todo el tiempo.
En cambio, Bolivia es mucho más resistente y reacia a los turistas (más si son argentinos, norteamericanos o europeos). Saben que vamos y por dos monedas (sobre todo yanquis y europeos) vivimos en su país y viajamos por él, se sienten usados e invadidos y probablemente eso sea una humillación para ellos, y es totalmente comprensible. Además sumado al hecho de que ellos conocen los tristemente famosos prejuicios discriminatorios de que son objeto en nuestro país. Entonces es totalmente entendible que nos traten así en su tierra, porque ellos no pueden saber que nosotros vamos con todo el respeto hacia su país, no intentando aprovecharnos de nada y sin ningún prejuicio discriminatorio, al contrario, los reivindicamos por los saqueos que sufren y como la sangre más pura de latinoamérica. Continuará...
"Los Incas tenían un alto conocimiento en astronomía, medicina, matemáticas entre otras cosas, pero los invasores españoles tenían la pólvora. ¿Cómo sería América hoy si las cosas hubieran sido diferentes?"
- "Fúser, mirá la que se me ocurrió: casarme con una descendiente de un Inca. Fundaríamos un partido indigenista en estas condiciones, incentivamos todo un pueblo a votar, reactivamos la revolución de Tupac Amaru, una revolucion indoamericana, Fúser ¿qué te parece?" - "¿Una revolución sin tiros?..vos estás loco, Mial."
"¿Cómo es posible que sienta nostalgia por un mundo que no conocí? ¿Cómo se explica que una civilización capaz de construir esto, sea arrasada para construir... esto?
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"Me alegra dejar atrás lo que llaman "la civilización", y estar un poco más cerca de la Tierra".
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"Esa fue una de las noches más frías de mi vida, pero vivirla me hizo estar más cerca de la especie humana".
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"Aunque lo exiguo de nuestras personalidades nos impida en estos casos ser voceros de su causa, creemos, y despues de este viaje mas firmemente que antes, que la división de América en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos una sola raza mestiza desde México hasta el Estrecho de Magallanes. Así que tratando de librarme de cualquier carga de provincialismo, brindo por Perú y por América unida".
.....
"¿Fue nuestra vision demasiado estrecha, demaciado parcial, demasiado apresurada? ¿Fueron nuestras conclusiones demasiado rígidas? Tal vez... pero ese vagar sin rumbo por nuestra mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí. Yo ya no soy yo, por lo menos no soy el mismo yo interior".
Esta película fue y será la más psicotizante y real inspiración. Gracias Diarios de Motocicleta.
Entonces, he aquí un resumen final del periplo (el de los muchachos es más extenso), graficado con estrepitosa exactitud en un mapa.
Pasame el fibrón.
Realmente no es físicamente cómodo ni recomendable recorrer media Sudamérica en colectivo. Tu espalda no te lo va a agradecer, pero no hace falta que diga que vale mucho más que cualquier dolor de espalda y la cantidad de guita que pueda salir viajar en un cómodo avión.
1º Unquillo - Córdoba 2º Córdoba - San Salvador de Jujuy 3º San Salvador de Jujuy - Tilcara 4º Tilcara - La Quiaca 5º Villazón - La Paz (Bolivia) 6º La Paz - Cusco (Perú) 7º Cusco - Ollantaytambo -Tren Ollantaytambo - Machu Picchu (Aguas Calientes) 8º Santa María - Cusco 9º Cusco - Copacabana (Bolivia) 10º Copacabana - La Paz 11º La Paz - Potosí 12º Potosí - Villazón 13º La Quiaca (Argentina) - Humahuaca 14º Humahuaca - San Salvador de Jujuy 15º San Salvador de Jujuy - Córdoba 16º Córdoba - Unquillo
Vuelvo con mis amigos en la mochila, aunque parezca que solo está llena de ropa mojada y sucia.
Vuelvo con mil historias en la punta de la lengua que, insistentes, van a salir hasta que el tiempo y la memoria me jueguen en contra, hasta que me convenza del todo de que no las hemos vivido.
Vuelvo con 600 fotos en la cámara, pero millones de imágenes en la cabeza, con Machu Picchu en la retina del ojo, como llamándome de nuevo.
Vuelvo contento, hemos cumplido el objetivo. Con esta reformulación burda de la frase del Sargento Cabral, quiero decir que vuelvo con un sueño menos.
Vuelvo con más ganas de viajar. Ahora fue Bolivia y Perú, después será cualquier lugar cuando el tiempo lo permita mínimamente; la plata queda en un obseno segundo plano. Ahora me doy cuenta de que es posible viajar sin la prioridad del dinero y con mínimas cantidades del mismo. Cuando de verdad hay ganas, las ganas se transforman en posibilidades.
Vuelvo más crecido, agradecido, con algunos regalos y la cabeza abierta de par en par.
Vuelvo pensando en seguir peleando puertas para adentro y afuera, que lo que vuelve volverá en forma de grandes satisfacciones, indefectiblemente en forma de gente y más viajes.
Vuelvo pensando en que tengo que vivir y ganarme la vida en todo sentido a partir de ahora. Y una y otra vez se me viene a la cabeza una pregunta: ¿vivir por nada o morir por algo?
Vuelvo pensando en una Latinoamérica unida, para que podamos crecer, en lo posible sin más sangre. ¡¡Vuelvo a mi Córdoba, carajo!!
Nos despertamos y ahí nomás con el compadre Nachito en el auto a llevar a los amigos que se iban a Salta. Me despedí de los compañeros aventureros Nacho y Teto Chayanne, pensando en lo que hicimos, pasamos y logramos. Y otra vez me viene la idea de que sin ellos no hubiese ido a ningún lado, de la mutua necesidad, y la sensación de un agradecimiento que no se expresa con palabras de ningún diccionario.
Quedé solo con Nachito Jorge en Jujuy, y de eso puede salir cualquier cosa. Después de eso fuimos a la Municipalidad a saludar al Chuli y a que yo conozca el ambiente político de esta ciudad desde adentro, por lo menos por un rato. Volvimos los tres en el auto a la casa, almorzamos muy rico y charlamos de todo un poco. La familia Jorge es muy grande, humilde y hospitalaria a pesar de lo que es y representan en la ciudad actualmente.
Como llovía como si fuera el Éxodo, a Nacho se le ocurrió llevarme a la tarde a conocer las Termas de Reyes, que están ahí cerca en las montañas, a lo cual yo no opuse ninguna resistencia. Gran relax nos pegamos en una pileta de agua bien caliente, mientras llovía como si fuera la última vez. Salís listo y sedado de ahí. Una lechuguita. Espectacular.
Tipo 6 y media nos fuimos de vuelta a la casa, preparé todas las cosas y bajamos al centro a comer unos panchos antes de que yo tomara el Bondi.
Me despedí del grande Nachito, que me llevó hasta la terminal, esperando vernos de nuevo en Córdoba. Llegué justo para tomar el VIA TAC, que a las 9 en punto hizo marcha atrás y salió para el sur, para mi casa.
Así fue y después de despertarnos muy tranquilamente, desayunamos unos mates con pan en la plaza y dejamos Humahuaca un poco después del mediodía, para estar en Jujuy a las 15 hs. En esas dos horas y media volví a disfrutar de la Quebrada como si fuera la primera vez, hasta llegar al valle rodeado de sierras verdes en el que está San Salvador.
Al pisar la capital de la provincia, morfamos las mismas pizzas que a la ida, sacamos pasajes en la misma terminal (los compañeros a Salta y yo a Córdoba) y nos pusimos a esperar a que el compadre Nachito Jorge nos busque para ir a su casa. Llamadas de por medio, nos encontramos y fuimos en su auto para la casa del intendente (el padre, Chuli Jorge, es el mandamás de la ciudad). La casa es espectacular, perfecta diría yo, por lo menos al lado de la mía. Aunque la mía es la mía y en la casa del compadre me sentí como en la mía.
A la tarde tuvimos que mostrar nuestra inanición en la pileta. A no olvidarse de que venimos de 17 días de (sobre)vivir a base de arroz y/o papas y salchichas, popularmente conocidas en Perú como salchipapas.
Nachito, una masa como siempre, nos abrió todas las puertas, comimos todos un asadaso con su gran familia y nos quedamos los cuatro como hasta las 5 tomando fernet, guitarreando y escuchando música.
Jujuy tiene la cultura y la tradición a flor de piel, impresa con intensidad en cada cosa. Nachito nos contó miles de historias de su provincia y del norte que son claros reflejos de una cultura fuerte y muy admirable, que a la vez es parte orgullosa de nuestra Argentina.
El día terminó, como siempre, a lo grande, y nos fuimos a dormir destrozados. Al otro día arriba a las 11 y media porque los muchachos se van a Salta a las 13 hs. y yo directo a Córdoba a las 21. ¿Qué habremos hecho todos estos días?
Dormimos fantástico y a las 10 y media nos fuimos de la casa. Queríamos buscar otra cosa más tranqui donde tuviéramos más libertad y un ambiente más nuestro. Lo encontramos: una casita llena de viajantes hombres y mujeres, cocinando todo nosotros, durmiendo en el piso. Excelente.
Al mediodía nos cocinamos unos fideos monumentales y a la siesta la usamos para hacer nada un rato. Luego salimos a caminar a la plaza y subimos al monumento característico que está en la parte alta de este pueblo. Ahí nos colgamos un rato largo a base de mates y recuerdos de todos estos días.
Más a la tarde, con unos porteños de la casita donde estábamos, nos tomamos unos Fernets y a la nochecita, después de cenar arroz, que a esa altura ya circulaba por nuestras venas, salimos a conocer una peña con música en vivo, en un lugar que se llama Ahicito. Buena música, buen folclore, pero el ambiente medio apagado porque había poca gente (era día de semana, seguramente los jueves, viernes y sábado se pone).
Así fue nuestra última noche en Humahuaca y en la Quebrada. A la mañana nos despertamos y sacamos pasajes a San Salvador de Jujuy al mediodía. Me voy a encontrar con el grande de Nachito Jorge para coronar este viaje de una forma inmejorable. Ahí me separaré de los camaradas aventureros. Yo iré directo a Córdoba a ponerme a hacer la tesina y ellos van a ir más despacio viendo si llegan a Santa Fe.
Esto está llegando a su final. Parece imposible que hayamos hecho lo que hicimos. Nada más las fotos nos intentarán convencer de que esto realmente existió. Estamos alucinando cada vez más, y esto no tendrá fin en todo lo que reste de nuestras vidas.
El viaje Potosí - Villazón fue realmente ácido, no apto para cardíacos y/o claustrofóbicos. Viajamos alrededor de doce horas por camino de tierra, en un colectivo todo cerrado, sin aire y todos apretados.
Llegamos a Villazón a las 7 am justo con el amanecer, respiramos un poco de aire y nos fuimos a caminar un rato por ahí y comprar algunas cosas que estaban muy baratas y buenas. Luego, un desayuno fugaz y a la frontera a volver a casa.
La fila fue lenta pero finalmente pasamos y ya estábamos de nuevo bajo cielo argentino. Felicidad total. La Quiaca es la ciudad fronteriza más chata y fea que conozco.
Ni bien llegamos a la terminal caminando, salía un bondi a Humahuaca así que en 5 minutos ya estábamos arriba. Si este viaje se caracterizó por algo, ese algo fue la velocidad y la improvisación, además de lo increíble de los lugares.
Tipo 4 de la tarde llegamos al corazón de la Quebrada, el pueblito de Humahuaca, que le da nombre a la misma quebrada en que está enclavada.
Humahuaca está tranquila y linda como siempre. El ambiente es de una paz tremenda. Está llena de jóvenes con su mochila, ideas e historias increíbles. Acá estamos, en este oasis de Argentina.
Dimos varias vueltas para conseguir un techo y nos metimos en uno justo con la caída de la noche: una piecita en una casa de familia a $15, a 20 metros de la plaza.
A la noche salimos a ver el ambiente del pueblo y a tomar unas cervezas. Como estábamos muy cansados por el viaje, nos acostamos tipo 11 sin ni siquiera comer nada. Pero no importa, se siente fantástico estar otra vez en casa.
Me desperté a las 7 y media solo y me empecé a preparar. Desayuné con los franceses y dos porteñas y a las 9 menos diez partí solo para la excursión. Sabía que me esperaba algo impactante, los hechos lo iban a confirmar con creces en la realidad. Los muchachos se quedaron durmiendo un poco más.
Fuimos para las famosas minas de Potosí en el Cerro Rico con dos chilenas, una porteña y una inglesa. El guía, un gordito boliviano muy groso. Todo fue muy impresionante.
Subimos a la entrada a las minas a 4300 metros y empezamos a entrar a esas oscuridades con la ropa, luz y casco correspondiente.
La dureza del lugar es lo impresionante. Apenas entrás se te revuelve el estómago al pensar que hay gente que trabaja ahí, sin comida y agua, sin aire y luz del sol durante 10 horas por día o más, todos los días, por un salario que no llega a lo digno y por extraer unos minerales que les pertenecen pero que ahí nomás se van para afuera.
Yo pensaba que éramos seres humanos, pero últimamente, y más después de lo que se ve al viajar y conocer lugares como estos, percibo a la humanidad de unos y otros desdibujada hasta su inexistencia, por la ignorancia impuesta y acumulada o por el signo “peso”.
Después de caminar bastante por las cuevas encontramos a tres mineros. Hablamos con ellos y les dimos hojas de coca y gaseosa. Eran muy jóvenes y pendejos para trabajar ahí, tan expuestos, resignados a hacerse bosta por unos pocos bolivianos al mes.
La experiencia de la mina fue impresionante y después de salir seguía incrédulo. Cuanta explotación inhumana e injusticias impunes.
Al volver me encontré con los chicos y comimos en el hostel (aunque ya no era horario para usarlo). Después, a hacer tiempo en la plaza y recorrer un poco más esta gran ciudad, hasta las 19:30 que buscamos los bolsos, caminamos a la terminal y partimos directo a Villazón por el tedioso camino de tierra.
Pero nada importa, seguimos viajando y ya estamos de vuelta en nuestra patria grande.
Pasamos al segundo mes del año, día 13 de viaje, para variar arriba de un colectivo. Ahora yendo a conocer Potosí; según dicen, la ciudad más alta del mundo (4.200 metros) , la ciudad desde donde se puso todo el oro de un lado de la balanza de la desigualdad del mundo, para que nunca más se volviese a equilibrar. Me explayaré más sobre eso después de haber ido a conocer las minas.
Llegamos a esta ciudad histórica a las 6 am. Caminamos bastante en subida con las mochilas (no olvidemos los 4200 metros de altura), para el centro buscando un alojamiento. Después de esperar un poco y dar unas vueltas, terminamos en el hostal La Casona por 35 bolivianos. Lugar muy bueno lleno de extranjeros muy piolas.
Salimos a conocer y comer al mediodía: la gente boliviana acá es un poco más simpática y amable con nosotros. Pero eso nomás, un poco.
A la tarde en el hostel charlando y tomando mate con la gente de ahí, sobre todo unos franceses y francesas muy graciosos.
Tipo 5 caminamos de nuevo a la terminal a sacar pasaje para Villazón a las 20 hs. del día siguiente. Ya estamos a un paso de volver a Argentina, nuestra patria grande. Se siente bien, pero estamos en Potosí y queda mucho por conocer de esta gran ciudad histórica.
La lluvia nos obligó a tomar un taxi para volver al hostel y nos quedamos ahí boludeando. Después yo fui a sacar entrada para la excursión a las minas de oro a las 9 del día siguiente. Voy a ir solo pero ni en pedo quería dejar de conocer eso que fue tan decisivo e importante para la historia del mundo como la propia conquista.
A la noche, partido de Boquita, para variar les ganamos de nuevo a las gallinas. Después, comida rápida y ahí nomás a dormir. Estábamos muertos pero, como siempre, disfrutando cada momento de esto que se impone como el mejor viaje de nuestra corta y... puta vida.
Una vez más, nos levantamos con un sueñaso y nos fuimos a tomar el colectivito para La Paz a las 8 de la mañana. Queríamos quedarnos un día más en Copacabana pero nos enteramos de la joda que había después de sacar los pasajes. El camino alrededor del gran Titicaca fue espectacular y hasta cruzamos una parte en ferry.
Llegamos muy cansados y el quilombo y lo impresionante de La Paz ya no nos sorprendió tanto. Con la altura ya no nos pasa absolutamente nada. Un leve ahogo nomás, pero no pasó nunca a mayores.
Como estaba muy despejado, al ir bajando desde El Alto y ver la terrible vista de la ciudad, pudimos ver al fondo, arriba, todo el nevado Illimani, de más de 6000 metros. Muy imponente.
Fuimos en taxi hasta la terminal central por 13 bolivianos, con otras dos porteñas que habíamos conocido en el colectivo, y sacamos pasaje a Potosí para esa misma tarde a las 8:30. Va a estar muy bueno conocer esta ciudad, de una tremenda historia que afectó a toda la historia misma de América y el mundo.
Esas chicas porteñas, que ni me acuerdo cómo se llamaban, se fueron creo que para Santa Cruz de la Sierra. Esa gente compañera de viaje que está en la misma que vos y te cruzás con ellos en determinado trecho del viaje y de tu vida, y muy probablemente nunca en tu vida los vuelvas a ver. Vale recordarlos, y eso estoy tratando de hacer ahora.
Comimos en un barcito muy bueno y barato cerca de la terminal y a la tarde nos echamos en la plaza central a hacer tiempo. Después, una última recorrida a esta ciudad que no dejó de sorprenderme.
Por último, compras de algunas boludeces y a Potosí. Salimos y abandonamos la ciudad de noche, viéndola totalmente iluminada e infinita desde El Alto.
Allá vamos, ya en plena vuelta pero sin saciar nunca las ganas de conocer más de nuestra mayúscula América.
Ya pasamos por llanuras, quebradas, desierto, puna, montaña, selva y nos faltaba el agua. Viajamos toda la noche y dormí muy poco. Pasamos a Bolivia con el amanecer y llegamos a Copacabana a la mañana, ciudad turística fronteriza y de mucha joda sobre el gran lago Titicaca. Además, desde acá salen las excursiones a la Isla del Sol por solo 15 Bs.
Así fue y a las 13:30 partimos hacia allí en una lanchita y disfrutando de esos lugares impresionante. El inmenso lago y el más alto del mundo (3800 m. s.n.m.), rodeado de picos nevados. Ahí estábamos, navegando como si estuviéramos en el San Roque.
Estuvimos en la Isla un rato nomás y después fuimos a un templo ahí, una especie de ruinas. Volvimos, se hizo la tarde y pintó la joda en el hostel y en el pueblo. Vimos la puesta del sol sobre el lago, comimos algo tipo 9 pm y después, a tomar un vino a la costa.
Copacabana tiene un ambiente espectacular en esta época; muchos argentinos y gente de toda Sudamérica de la que te hacés amigo al momento, contás historias y te cagás de risa.
Fuimos al bar del “vidrio roto” con dos chicas porteñas que estaban en el hostel y el ambiente era espectacular ahí: música en vivo, bebidas, gente de todos lados y demás. Cerró temprano y nos fuimos a tomar otro vino a la terraza del hostel con una de las chicas y dos brasileros viajantes. Excelente.
Nos fuimos a dormir tarde, a las 4, y a las 7 nos tenemos que despertar para ir de nuevo a La Paz. Cansadasos, queremos salir para Potosí mañana también para conocerla y ya ir volviendo a Argentina. Este viaje está siendo abuso, tal como lo soñamos y no se puede pedir más
Situación: Hostel de Cusco por 10 soles la noche (unos 12 pesos), durmiendo ahí, tres de la mañana... Terrible, pero terrible, cagaso con un tipo que empezó a golpear la puerta y la empujaba queriendo entrar; le preguntamos qué quería y dijo que “dormir", ni en pedo lo dejábamos entrar así que le gritamos que no teníamos lugar... y se fue.
Pensamos que ahí nos choreaban todo y me quedé viendo la puerta un rato largo después de que no se lo sintió más. Nunca supimos quién era, si era del hostel o si era uno o eran más, pero fue un susto grande como Cusco. Es que siendo unos pendejos, estando en otro país y lejos, todo es diferente y pensás en tu familia que te espera, más allá de la tolerancia, respeto y profunda identificación, empatía y admiración que sentimos por esta gente.
A la mañana nos despertaron unas bombas y salimos del hostel lo más rápido que pudimos. Fuimos a sacar pasajes para Copacabana pensando hacer la Isla del Sol al día siguiente, ya en tierra boliviana otra vez.
Almorzamos en un lugar cerca del centro muy bueno y barato, y a la tarde la usamos para dar una última recorrida por esta ciudad que vamos a extrañar.
Compramos algunas boludeces de regalo y propias y fuimos a tomar una Pilsen peruana, que terminaron siendo dos, cena de por medio en el mismo lugar, con una “conferencia” mundial improvisada acerca de todo. Eran dos porteñas, dos chubutenses, un iraní, un peruano con su hijo y nosotros, todos viajantes, teniendo una conversación excelente con historias que nos sacudieron la estantería.
Fue la mejor despedida que pudiésemos haber tenido de este fantástico país. A lo grande, inolvidable, lo que esperábamos y veníamos a buscar. Esa fue nuestra última noche en el Perú.
A las 10 pm nos fuimos en taxi a la Terminal terrestre y tomamos el colectivo a Copacabana, de vuelta a Bolivia, despacito de vuelta a casa.
Muy muertos, nos habíamos dormido temprano después de bajar caminando de las ruinas, con las piernas en la mano. Nos acostamos queriendo levantarnos a las 3 y media para ir caminando por las
vías a Santa Teresa, dar toda la vuelta en taxi hasta Santa María y en colectivo volver a Cusco. Lindos enfermos.a. Teto tomó coraje y sacó un par.
La caminata de 3 horas por la selva fue un aventurón de la cual no hay fotos por lo mal que estábamos. Estábamos destrozados, en un momento ya no podía mover las piernas y ni hablábamos. Nunca estuve tan cansado, pero me gustaba hacerlo.
Tomamos un taxi a Santa Teresa desde la Central Hidroeléctrica (hasta donde llegamos caminando), otro a Santa María y ahí nomás bus de seis horas de vuelta a la Ciudad Imperial. El camino: tremendo, llegando hasta los 4500 metros en un parte, muy vertiginoso y espectacular. Tampoco pude sacar fotos de este camino por las ganas de nada que tenía... la fiebre iba sentada en el asiento de al lado y yo conversaba con ella.
Llegamos otra vez a Cusco. Se siente bien estar de nuevo en esta ciudad. Ya un poco mejor, comimos muy barato como a las 4 de la tarde y fuimos a un hostel de 10 soles para esa noche. Obviamente, no era lujoso pero era justo como para nosotros.
Ahí nomás, a la Plaza de Armas. Nos reencontramos con las chicas (se habían vuelto antes en tren) y tomamos unos mates y unos tragos excelentes en un barcito (Pepe Zeta), antes de despedirnos de ellas porque tenían colectivo a La Paz a las 10:30 de la noche.
Espero verlas de nuevo a Lau y Vero porque fueron geniales y fue un placer haber pasado estos días con ellas desde que las encontramos en La Quiaca.
Además, fueron muy importantes y empujaron para que todos podamos alcanzar el objetivo. A ellas, muchas gracias y nos veremos otra vez. ¿Miguelito? Ya desapareció y no dio más señales.
Cansados hasta lo imposible, nos metimos al sobre tipo 11, tranquilos porque al otro día no tenemos porqué levantarnos temprano. Que alivio. Otra noche cusqueña o qosqoruna, como le dicen ellos. Salud.
No tengo nada que decir acerca de lo que significa, por lo menos para mí, haber estado en Machu Picchu este día, haber visto eso con mis ojos, estando ahí en vivo y en directo y haberlo compartido con amigos.
Perdón, si tengo algo que decir: que al estar ahí y ver eso solo hay que hacer silencio y admirar esta maravilla del mundo construida en un lugar extremo e indescriptible por una civilización mítica, de las más grandes que tuvo la historia, que después fue arrasada por invasores.
Es de América Latina, es el orgullo del Perú, un país que da gusto por su naturaleza y su gente, en el cual nunca nos sentimos lejos de casa; al contrario, nos sentimos muy cerca de la Tierra.
Más allá de los dolores en las piernas y el enorme agotamiento físico, la felicidad es total porque hemos cumplido un sueño. Todos los que estábamos ahí, los amigos de antes y los de la ruta, nos necesitábamos mutuamente para esto y no hubiese sido posible sin ellos. Hoy me siento afortunado, agradecido y feliz por ellos.
No hay mucho más que decir, o quizás lo que tengo para decir acerca de esto es inexpresable. Me sabrán entender quienes hayan tenido el privilegio de estar en un lugar así. Simplemente es de menester quedarse callado. Si, callado. No hables al subir al Wayna, excepto para saludar a los que bajan; quedate callado al llegar a la cima y ver el mundo entero desde ahí; no digas nada cuando llegues a la Puerta del Sol si es que hiciste el Camino del Inca; o cuando subas una y otra vez, aunque las piernas te lloren, a la Casa del Guardián, para verlo todo. No va a haber nada que lo supere.
No digas nada, porque no hay nada que decir. Quedate callado; pero sentí esa revolución que se te hace por dentro, sentí cómo la vida te pasa por el frente, por el costado, por arriba y por abajo... ¿vivir por nada o morir por algo? Sentí la energía y aguantate las lágrimas... que vamos a volver.
Subimos al tren a las 5.30 de la mañana, arrancó y la espesa selva peruana ya no nos sorprendió. Espectacular. En el viaje, que duró una hora y media, fuimos charlando entre nosotros y con gente de otros países que iban también, obviamente, a Machu Picchu.
Al llegar a Aguas Calientes, viendo que llovía como es habitual, decidimos subir al día siguiente a la ciudadela, menos Miguelito (el compañero porteño) que subió ese día ni bien llegamos. Igual sacamos las entradas a las ruinas y nos hospedamos con las dos chicas en un buen hostel lleno de viajeros, por 15 soles.
La humedad acá es altísima, estamos en el medio de la selva y eso se siente mucho, como cuando esa misma tarde subimos al Putucusi, un cerro al costado del Wayna Picchu desde donde se ve parte de Machu Picchu (desde un costado). Las chicas nos avisaron de eso pero se nos hacía de noche (a las 6 pm ya no hay más luz) así que subimos apuradasos y terminamos fusilados; eso que al día siguiente teníamos que subir a las 4 de la mañana a las mismísimas ruinas.
Ver al Machu Picchu por lo menos desde un costado y lejos pero no por una foto, ya nos resultó estremecedor y nos mirábamos riéndonos sin poder decirnos nada, más allá de no poder respirar y estar todos mojados y transpirados por la subida.
Eso era un adelanto de lo que iban a sufrir las piernas en estos días, pero también un anticipo de lo espectacular e inexplicable que es esta maravilla del mundo y toda esta parte del Perú. Pareciera como si una mano extraña y la de los incas hubiesen preparado todo esto, con cada detalle, para que el mundo lo disfrute ilimitadamente en la posteridad.
Bajamos de nuevo al pueblo y a la noche comimos con las chicas y nos fuimos a dormir. Mañana tenemos un sueño que cumplir.