El tramo entre Rawson y Comodoro Rivadavia es de lo más desértico y desolado que he visto en mi vida. Son un poco más de 350 kilómetros de nada, pero absolutamente nada, solo estepa, guanacos y viento. Viento en serio, no como los que puede haber en algún agosto cordobés. Además, y sobre todo en invierno, es un zona muy "temida", ya que si algo le pasa al vehículo estás realmente en el horno.
Nuestros camiones anduvieron perfecto y fueron un misil cortando el tremendo viento, siempre proveniente del oeste.
Dos potencias se saludan, y el viento los amontona. |
También, y con perdón de quien corresponda, es una ciudad de las menos "amigables" que he conocido, por no decir realmente horrible, en el bueno y también en el mal sentido de la palabra. Grande, gris, fría, materialista, triste. Por supuesto que tiene lo suyo: plata. Si hay algo que hay, es plata.
Lago Musters-Sarmiento |
Lo que hizo más agradable nuestra estadía de una semana en Comodoro fue la visita a nuestro amigo el Negro Pertile y su novia Mili, quienes desde el primer minuto hasta el último nos atendieron como si fuésemos reyes. Conocimos toda la ciudad y alrededores: los pozos de petróleo donde trabaja Pertile, Caleta Córdova, Rada Tilly, Sarmiento y el Lago Musters, la hermosa Punta Marqués y sus lobos marinos, un acantilado de 160 metros de altura (para mí el lugar más lindo en las cercanías de Comodoro) y también el famoso Cerro Chenque, desde donde se puede ver toda la ciudad siempre y cuando uno resista el viento.
Pertile y Mili nos malacostumbraron a comer (y obvio que a tomar) bien, mejor dicho muy bien. Sabíamos que eso no iba a ser una constante en el viaje, pero tampoco nos podíamos negar a semejantes posibilidades de saciar mi (constante) hambre. Había que disfrutar el momento, cada momento.
Punta Marqués. Muy buen lugar para quienes gustan de la inmensidad del mar. |
Así fue que tuvimos que convencer a Pertile y Mili para que nos dejen ir y nos tomamos un colectivo a la santacruceña Caleta Olivia porque, por consejo del Negro, no debíamos salir de Comodoro a dedo.
Muy agradecidos, nos despedimos de los amigos que tan bien nos trataron y de la "bella" (a su manera) Comodoro, partiendo hacia una nueva provincia en nuestro recorrido.
Bordeando el mar y con un viento que podría haber tirado el colectivo al agua, fuimos recorriendo el gigantesco Golfo San Jorge hasta entrar a Santa Cruz y llegar a Caleta Olivia en una hora y media aproximadamente.
Cerca de Sarmiento. Un lindo día en la estepa. |
Queríamos seguir para el sur lo antes posible y que no se nos hiciera de noche ahí. La terminal está en la otra punta respecto a la salida de la Ruta 3, y la ciudad es más grande que lo que yo creía, por lo que no estaba fácil salir caminando con todas las cosas hasta una buena ubicación para hacer dedo.
Tuvimos la suerte de conocer a un hombre de ahí, que conocía y que justo iba en taxi para ese lado de la ciudad, y nos llevó compartiendo gastos. Igual estábamos como a dos kilómetros de un buen lugar, así que los tuvimos que caminar con todas las cosas y, lo peor de todo, con viento en contra, lo que equivale a tener dos mochilas más encima o, por momentos, directamente no poder avanzar (y no exagero).
Después de mucho sufrir llegamos a una Petrobras sobre la ruta y justo antes de una subida en curva, con rotonda. Claramente un buen lugar. Descansamos un poco y Nacho dijo que había que ubicarse después de la subida y de la rotonda. Haciéndole caso a él, el estratega, y a la ruta, ahí nos pusimos a esperar, o mejor dicho a no esperar.