jueves, 22 de noviembre de 2012

Premios Liebster - Cadenas de viajes

A pesar de que hace varios meses no viajo y no actualizaba el blog, he tenido el honor de ser galardonado con un Premio Liebster. ¿Qué es esto? Yo también me lo pregunté cuando lo leí. Es una verdadera cadena de "viajes mentales" a través de los diferentes blogs de viajeros que hay alrededor del mundo, para que todos se vayan haciendo conocidos y se difunda una verdadera cultura viajera.

¿Cómo funciona? Alguien de un blog manda 11 preguntas sobre viajes a una lista de otros blogueros. El que lo recibe, tiene que responder esas preguntas. Además, tiene que contar 11 cosas sobre él, formular otras 11 preguntas distintas para otros viajeros distintos. Y así con los que lo vuelven a recibir. Si, a mi también me costó entenderlo pero no es la gran cosa, uno le agarra la mano.


A mí me lo mandó mi amiga Vito de Con los pies por la Tierra, a quien le estoy muy agradecido. Gracias, gran viajera. Además, recomiendo su blog. 


Acá van las preguntas que ella hizo, más las preguntas que hice yo y a quiénes se los reenvío. No escribí las "11 cosas sobre mí" porque no me agradó mucho la consigna y además no sabía qué decir ni poner. Pero el que lo quiere hacer, lo hace.


1 ¿Por qué escribís?

Porque es una de las cosas que más me gusta hacer, escribo hace muchísimo y me parece que es mi mejor manera de expresarme. Porque hay infinitas posibilidades de uso del lenguaje y solo hay que aprender a explotar la capacidad de construir imágenes, transmitir emociones y conceptos, contar historias, etc. Y lo mejor es que no hay solo una manera de hacerlo. Pero sobre todo porque escribir es una de las cosas que me hace sentir libre justamente por ese último motivo. Y el último, no menos importante, es mi trabajo (ya que soy periodista)

2 ¿Qué estabas haciendo hace un año?


Trabajando de changas por donde yo vivo y planificando viajes por la cercanía del verano.

3 ¿Cuál fue tu primer viaje?

Con mi familia fueron muchos pero ya de “grande”, solo y con amigos, lo que se dice un verdadero viaje, fue el que hicimos para cumplir el sueño de llegar a Machu Picchu cuando tenía 20 años, osea hace 4.

4 ¿En qué ciudad-país-continente dormiste anoche?

Unquillo, Córdoba, Argentina, Latinoamérica.


5 Si pudieras elegir, ¿dónde y qué cenarías hoy? 

Uhh. Primero es un objetivo ambicioso el pretender cenar, y mucho más decidir qué, teniendo en cuenta que hemos comido arroz blanco durante días viajando. Pero si de soñar se trata, elijo comer un buen plato de fideos a la luz de la luna acampando en alguna playa, selva o montaña, o en el hostel de alguna ciudad. Pero bien podría ser en alguna playa de Perú, selva brasilera o montaña de Bolivia.

6 De tu último destino, ¿Qué momento te gustaría revivir?

El momento de la llegada a la cima de la Montaña Machu Picchu, Perú, sin dudas uno de los lugares más impresionantes en los que he estado. En este caso una foto dice mucho más que mil palabras, que no las hay. También dicen que no podés dimensionar algo por una foto, y es totalmente cierto. Pero este lugar tiene la capacidad de que no lo podés dimensionar ni siquiera estando ahí. El gran Imperio de los Incas. 


La foto no es nuestra, es choreada porque a las cámaras nuestras nos las chorearon después a nosotros. Cuando subimos era todo lluvia, viento y nubes. Por momentos se abría y podíamos ver una de las mejores postales de la Tierra.




7 Qué estás tramando conocer?

Latinoamérica toda. Tengo ganas de ir hasta Ushuaia, Cataratas, Salar de Uyuni en Bolivia, y mi objetivo máximo es llegar a México por tierra haciendo trabajos en el camino, sean rentados en plata o en especias, o en nada estrictamente material. ¿Solo un delirio? Y bue. Para después, también tengo pendiente Nueva Zelanda y me atrae mucho Asia y África.

8 Cuánto pesa gralmente tu equipaje?

Ni idea pero no llevo muchas cosas, siempre llevo de menos pero tampoco nunca me falta nada. Calculo que unos 15 kilos como muchísimo.



9 Tenés un amuleto de viaje? Cual!?

No, sinceramente creo que no. Hay cosas que llevo siempre pero no como amuletos.

10 Cuál de estos elementos extrañás más estando lejos de casa… heladera, cama, lavarropas?

La verdad, ninguna de esas tres cosas. Hay una que sí extraño con todo mi ser, o mejor dicho con todo mi… que es el bidet. Mejor no explicar las razones en estricto lujo de detalle, ya se explican por sí solas.

11 Contate una anecdota graciosa de viaje…

Me voy a explayar. Una de las mejores fue en Cusco. Estábamos durmiendo con mis dos amigos Nacho y Sergio en un hostel (a 10 soles, valga la aclaración) después de volver de Machu Picchu, bastante destruidos. A eso de las 3 de la mañana golpean la puerta de un puñetazo, varios puñetazos, varias veces. La puerta era doble, de madera vieja y que se abren por el medio y estaba trabada con un alambrito mísero y tiritante que amenazaba con ceder ante el más mínimo soplido. Nosotros tardamos como un minuto en ser conscientes de que nos estaban queriendo tirar la puerta abajo en un hostel peruano y medio turbio a las 3 de la mañana. En ese mismo momento sentimos como se nos subían directamente hasta atacarse en la garganta ya saben quiénes. Obviamente no entendíamos qué pasaba y éramos b... de 20 años que no teníamos mucha idea de esas cosas de viajes, ni de esas cosas en general.

Uno de mis amigos, como para decir algo, tiró (supuestamente con un improvisado acento peruano de las 3 de la mañana y dormido, como para aparentar que éramos peruanos y no viajeros) un increíble y memorable “qué quieres?” que no sé de dónde lo sacó.

La puerta encima tenía grandes huecos, afuera había luz, entonces se podía ver perfectamente, a contraluz, la silueta del individuo en cuestión, lo que le daba al episodio un tinte cuasi digno de “El resplandor”. A esa fantástica y épica pregunta de “qué quieres”, el amigo peruano respondió “dormir”. ¿? Vaya giro que tomó el caso, pensamos nosotros.

Ante esa respuesta, ya no sabíamos qué pensar dentro de semejante cagaso que teníamos. Lo peor era “acá nos chorean todo y nos dejan en tarlipes”, pero no era lo que más pensábamos. Sin embargo, claramente estaba la posibilidad. Lo mejor era “será un simple hombre que no tiene donde dormir y está pasando frío”. Cuando lo alumbro con la linterna a mi amigo, veo que estaba con un cuchillo en la mano. No sé si era para tanto.

Ahí intervine yo y grité “no tenemos lugar” con la voz más firme que me salió, seguramente la de una carmelita descalza. En ese momento, quizás al darse cuenta de que había más de uno en la pieza, vimos por los muchos huecos de la puerta que la sombra se fue para un lado y no apareció más.

Prendimos las luces, nos quedamos hablando un rato, yo me quedé mirando la puerta como media hora y después ya me dormí con una sensación, media exagerada por la adrenalina del momento, de haber tenido una experiencia cercana a la muerte. Nunca sabremos quién era ni qué quería realmente, ni tampoco preguntamos a nadie al otro día y simplemente huimos como cobardes ni bien nos levantamos. Pero Cusco es absolutamente alucinante, eh.

11 preguntas para los amigos

1-      ¿Por qué viajás?
2-      ¿Qué cosas importantes “dejaste” por viajar?
3-      ¿Momento más glorioso de algún viaje?
4-      ¿Sueño máximo?
5-      ¿El mayor “cagaso” de algún viaje?
6-      ¿Cuál fue la experiencia más “fuerte” o que te marcó, que hayas vivido durante un viaje?
7-      ¿Nombre de la mochila?
8-      La peor comida y peor bebida que hayas tenido que probar.
9-      ¿Qué te da viajar? (en todo sentido)
10-   ¿Es mejor viajar metiéndose en la naturaleza salvaje o en las ciudades?
11-   ¿Experiencia haciendo dedo?

Mis elegidos


Y pronto habrá más...

Hasta las Rutas Siempre.


viernes, 27 de abril de 2012

Formosa - Clorinda. Con un pie en la 81

El viaje de Posadas a Formosa fue, otra vez, durante la noche y, otra vez, subí al colectivo en un estado lastimoso. Cansado por todos lados y sucio como trapo de moto, solo quería dormir tres días seguidos. Allá me esperaban mis otros primos.

Como no veía nada por la ventanilla, alcancé a dormitarme un poco (habrán sido unas tres horas). Me desperté llegando a Corrientes y la reconocí. Cuando cruzamos el puente hacia el Chaco eran aproximadamente las 5 am y sobre el río se veía solo oscuridad y algunas lucecitas de botes o barcazas dispersadas. Era el Paraná que otra vez me encerraba en algún misterio de su inmensidad.

Debía bajarme en Resistencia a cambiarme de colectivo. Llegamos a la terminal aproximadamente a las 6 am y llovía torrencialmente. Entré y empecé a dar vueltas como un perro hasta que me acomodé en un banco a esperar que llegara el que me llevaría a Formosa.

La terminal era una mezcla rara de gente muy particular, que nos encontramos en un momento muy raro. Personas mayores solas esperando, jóvenes con grandes bolsos, mochilas o bolsitos, hombres, mujeres, adolescentes, adultos y adultas; había de todo. Hasta unos mochileros que viajaban con varios cachorritos recién nacidos, que no sé dónde los habrán metido en cada viaje en colectivo.

En fin, la unidad llegó, me subí y ahí arriba me encontré con Tito, un formoseño que había conocido en Santo Tomé en la fiesta del último día y que conocía a mis primos. Viajaba con la guitarra y estaba totalmente dormido cuando llegamos a Formosa, así que casi no me molesté en intentar saludarlo cuando llegamos a Formosa porque él iba hasta Clorinda.


La niña es mi prima Bianca

Llegué a la capital de la provincia ya bien entrada la mañana. El día estaba húmedo y caluroso pero nublado y gris.


Aquí pasé tres agradables días junto a mis primos y tía. La costanera de Formosa recibió nuestra visita un par de veces. Es tranquila y silenciosa, ideal para ir una tarde a sentarse y tomar unos mates viendo el Río Paraguay. Del otro lado está el pueblo de Alberdi, ya en territorio paraguayo.




Río Paraguay en Formosa



El último día fuimos hasta Clorinda con mi primo César. Tuvimos que llevar una lancha enganchada en la camioneta hasta esa ciudad, en la cual pasamos la noche y volvimos bien temprano al otro día, manejando yo esta vez. Se ve que confiaron ciegamente en mi; de todas maneras, demostré con creces mi gran destreza al volante en los 150 kilómetros que separan Clorinda de Formosa.


En las afueras de la capital, pude ver casas de pueblos originarios tobas, los cuales viven, por lo menos en esa zona, en viviendas bien construidas y servicios bien instalados. A esa misma altura, también se encuentra la salida a la ruta 81, que cruza toda la provincia por el monte chaco-salteño hasta Embarcación, Salta. Estuve muy tentado de ir a hacer dedo por allí (ruta habitual de muchos camiones que recorren el corredor bioceánico desde Brasil a Chile), pero decidí volverme en colectivo a Córdoba. ¿Cobardía? No sé, puede ser, pero resolví postergarlo por una cuestión de cierto cansancio del momento.


Más que nada me acobardó en ese momento el hecho de que ya se había "cumplido" el tiempo de viaje que anteriormente me había "propuesto" (que no es lo mismo que "impuesto"). Y como siempre hay que dejar algo para después, así lo hice. Quedó para otro tiempo hacer la 81 a dedo, entonces.


Hasta mañana


Entonces, llegué de vuelta a Formosa, directo a la terminal, y saqué el pasaje a Córdoba. Se viene el retorno, el chau.

viernes, 13 de abril de 2012

Posadas - Encarnación. Donde el cielo remonta vuelo

Por primera vez en el viaje me pongo los lentes de sol. Yo sabía que en casos extremos los iba a necesitar. Estoy tirado en el colectivo y viendo de a ratos por la ventana, empezando este día que en realidad ya comenzó hace rato ¿Por qué será que siempre subo a un bondi con el cuerpo totalmente destrozado? Será que, quizás, cuando estoy afuera de él es cuando me encargo de destrozarlo. Incluso desde adentro se siente el calor y la humedad del Litoral. En fin...


El camino es muy extraño, no recuerdo haber visto muchos así. Los campos de choclo se mezclan con los de yerba y, a su vez, con la tierra colorada o, si no, inmensas extensiones verdes recostadas sobre lomas que parecen no tener final. La imagen me inspira una sensación tropical o centroamericana.


Ya entré a la provincia de Misiones y es la primera vez en mi vida que la visito. Tiene un aspecto agradable, linda y sobre todo muy verde. Pasado el mediodía llegamos a la terminal de Posadas y ahí me bajo sin haber decidido para nada qué hacer o para dónde ir. Las opciones que manejo son el centro, la costanera, Encarnación (en el Paraguay, para esto hay que cruzar el puente internacional) o cualquier lugar que me llame la atención.


Campos verdes misioneros
En la terminal hay mucha gente, incluso algunos mochileros, por lo que me sentí muy bien al verlos por ahí dando vueltas, igual que yo. Ahora ya sí estoy cansado de la noche sin dormir que tengo encima y mis restos caminan sin tener idea dónde ir. En eso veo un cartel que dice "Colectivos a Encarnación - Paraguay", y una flecha para afuera. Voy para ese lado y ahí estaba parado uno de dichos móviles que iban para allí. Sin pensarlo me subí y ya estaba yendo para el otro lado del puente e intentando sacarle charla a unas paraguayas. No tuve mucho éxito.


Volver a ver el monumental Paraná, acá un poco más cerca de su nacimiento, fue hermoso como siempre. Ahora sí, ya no tengo más adjetivos para describirlo. Simplemente es demasiado río. Hicimos rápidamente los trámites aduaneros en ambos lados y crucé rumbo al Paraguay. Estaba en un lugar muy extraño y desconocido pero me gustaba ir mirando todo a mi alrededor. Tanta gente anónima haciendo su vida de todos los días, o quizás no, quizás viajando también o quizás simplemente no haciendo nada en especial.


Encarnación es grande y se divide en muchas zonas. Yo fui directamente hasta la terminal de ómnibus y ahí me bajé. La manzana donde está ubicada está rodeada de mercados y ferias. Es la zona alta de la ciudad, o el "centro alto", como me dijeron cuando pregunté. Se ve que hay varios sectores céntricos. Cambié un poco de plata ahí mismo como para tener algo que comer. Un peso argentino equivale a 850 guaraníes paraguayos. Es la segunda vez que piso territorio de este país vecino.


Terminal y ferias en Encarnación
Entre tanto lugar desconocido, no sé para dónde encarar y lo primero que elijo es, sí, un lugar para comer porque con este hambre en cualquier momento se me vencen las piernas. El mercado del frente de la terminal tiene diversos, sencillos y amplios menús. Hay varios comedores distintos y es ideal para sentarse a comer e insertarme un poco más en este sitio donde siento que la gente me recibió de muy buena manera.


Comí unos tallarines con pollo por 10000 guaraníes y arranqué a caminar por todos los lugares cercanos. Bajé para el río que estaba cerca, fui para las calles del costado, para arriba, la izquierda y la derecha prácticamente en círculos. La gente con la que hablaba se mostraba muy amable y muchos me preguntaron qué estaba haciendo viajando por ahí. Ya saben qué respondía yo. Así fue durante un par de horas y volví a la terminal para retornar a Posadas con la luz del día y poder conocer esa ciudad también.


El colectivo de vuelta se superpobló de gente que va y vuelve haciendo compras del lado paraguayo. Uno va encima del otro con cajas y bolsas gigantes llenas de cosas, en su mayoría supongo que para revender del lado argentino a mayor precio. Resulta muy interesante y atractivo ver tal espectáculo. Claro está que el cruce de aduana es un descontrol en esa vuelta. A su vez, me parece que esta es la frontera más rápida pero desastrosa en la que he estado.


Posadas vista desde Encarnación
Vuelvo a Posadas y, ahora sí, voy para el centro de la ciudad preguntando por dónde llegar. La plaza central es realmente una hermosa maqueta parecida a Spectre, el pueblo semi-imaginario de "El Gran Pez". Jamás me hubiera imaginado que Posadas fuera tan linda, al menos en esta parte. La gente es igual de amable que en la mayoría de lugares donde estuve. Hasta me ofrecieron un trabajo de comprar dólares para un local de teléfonos. Yo, como siempre, confié y me mostré interesado. Era para que pudieran ir con dólares al lado paraguayo a comprar celulares pero finalmente no lo hice porque no tenían más plata para cambiar. Mi carrera de arbolito terminó sin haber ni siquiera empezado.


Después de estar en la plaza un rato largo tomando unos mates con chipá, caminé con destino a la costanera antes que cayera la noche. Bajo unas siete cuadras y al llegar y enfrentarme cara a cara con el río me senté. Ahí me quedé alrededor de una hora tan solo viéndolo. Esta costanera es realmente hermosa. El Paraná está inmóvil y no corre una brisa. Parece un inmenso e interminable lago. Desde lo más profundo del río me llega una energía muy grande que me hace acordar de estos versos...

Soy de la orilla brava, 
del agua turbia y la correntada,
que baja hermosa 
por su barrosa profundidad

Soy un paisano serio, 
soy gente del Remanso Valerio
que es donde el cielo 
remonta vuelo en el Paraná

El Paraná de Posadas
Cuando abandoné la costanera y empecé a subir de nuevo ya casi había caído la noche, así que volví al casco céntrico para dar una última recorrida por esta lindísima ciudad, la cual recomiendo absolutamente para ir a conocer. Además, está a las puertas de nuestra maravilla natural del mundo (a 300 km. de las Cataratas del Iguazú), y de paso para las Ruinas de San Ignacio y la selva misionera. Esta ha de ser una de las más lindas provincias que tenemos.


Un colectivo urbano me hizo dar un último paseo y me depositó en la terminal de Posadas nuevamente, donde había arrancado la aventura de este gran día. Hablando de aventuras, se está por terminar mi estadía en el Litoral. Los días transcurridos en estos pueblos han sido increíbles. En algunos momentos estuve solo y sin saber qué hacer; otros, estuve muy bien acompañado y asegurado, pero siempre haciendo mi viaje a mi manera. Creo que todo el tiempo tenemos las cosas delante de nuestros ojos: mientras más las veamos, más las vamos a saber disfrutar. El dejarme llevar por las experiencias y situaciones más fuertes es lo que mejor me ha hecho sentir en estos momentos de viaje. Estas vivencias únicas son las que nos brindan los lugares y la gente... esa es la mejor adrenalina y la que nos da las más grandes satisfacciones al cumplir los objetivos.


Sigo hacia otros rumbos y ahora me espera la provincia de Formosa. Para seguir haciendo un poco más de vida de familia voy a lo de mis tíos y primos que viven allí. Conseguí el pasaje alrededor de las 22 hs. Tenía tiempo de sobra así que, sin ningún apuro, comí y eso fue lo que me dio el tiro de gracia: hasta la hora de partida me dormí ahí, vencido, en los bancos de la terminal.

lunes, 2 de abril de 2012

Santo Tomé - Sao Borja

Ya el nuevo día me encuentra con el cuerpo destruído y, medio entre sueños, veo por la ventana a la noche oscura. Estoy viajando por el Litoral, donde yo quería llegar, hacia el interior de la provincia de Corrientes, la tierra del sol y el buen mate, donde el viento de los ríos arremolina la tierra colorada, mezclándose con un chamamé.

A las 5 de la mañana pongo los pies en Santo Tomé, la llamo a mi prima Sandra y vamos para su casa por un desayuno express. Después de eso no hay otra opción más que tirarse en la cama a descansar hasta el mediodía.

Los días del fin de semana acá transcurren tranquilamente, entre tardes de caminatas y mates, conociendo gente por todos los lugares donde me lleva mi prima. Casas de amigos y amigas y una excelente peña llena de zambas, chacareras y chamamés. Además, como siempre, recorrimos el boliche y el pub del pueblo, llenos de gente y jóvenes estudiantes de todo el Litoral, y además algunos brasileros.


Santo Tomé tiene facultadas de Medicina y algunas Ingenierías, entre otras carreras, lo que lo hace un pueblo con mucha gente joven y mucho movimiento. A los brasileros también les conviene venir: está sobre la frontera, relativamente cerca de muchas ciudades grandes del país vecino, y acá es mucho más barato para ellos por el cambio con el real. Pude ver y conocer varios de ellos que eligieron Santo Tomé para estudiar y vivir.

Después de muchas horas de peñas, boliches y pub, en la tarde del domingo vamos a conocer la costa del gran Río Uruguay. Para llegar vamos caminando con mi prima por las calles del pueblo, después nos metemos en tierra colorada y un sector semiselvático que rodea al río. Llegamos con el atardecer para sentarnos a tomar unos mates en la orilla. No es tan ancho y majestuoso como el Paraná pero también es imponente y realmente hermoso a la vista. Al frente, del otro lado, se avista Brasil, el gigantesco e interminable de Sudamérica, y ya me gustaría cruzar nadando y seguir viaje por allá, para cualquier lado.



El Río Uruguay

En definitiva, viendo el río vuelvo a tomar dimensión de la naturaleza y me pongo nuevamente en "estado de viaje", esa sensación extraña y profunda de libertad que quiero tener siempre. Me gustaría poner una carpa ahí y pasar meses. Los mosquitos son hambrientas aves de rapiña y la humedad no deja correr una brisa, pero no importa.

Costa del lado brasilero

Haber visto el Río Uruguay me sirvió de empujón emocional para seguir con mis objetivos de este viaje que, hasta ahora, es muy extraño e incierto, como ningún otro antes. Y se disfruta mucho de esto, de conocer absolutamente todo lo que esté acá y ahí, más o menos cerca o lejos, esperando que nosotros lo conozcamos.

Al día siguiente me voy a pasar la mañana y la tarde a Sao Borja, primera ciudad del lado brasilero. Tomo un remís hasta el puente frontera y, luego de hacer los trámites correspondientes, el gendarme me dice que, si no tengo vehículo, no tengo como ir hasta el pueblo ya que está a 15 kilómetros de ruta, y colectivos no hay sino dos o tres veces por día. No me había terminado de decir eso cuando apareció un auto manejado por otro gendarme, que me vio y me dijo: "subí, vamos", y me llevó justo hasta el centro de la ciudad, donde yo quería ir. Era misionero pero trabajaba hacía varios años en esta frontera.


Empecé a caminar por todos lados conociendo la ciudad, una ciudad normal que tiene el ritmo habitual de una ciudad fronteriza. La gente habla un portugués cerradísimo y yo no entiendo una reverenda... palabra. Intento hablar con mucha gente preguntando cosas pero es imposible. Imposible. Sólo señas universales, números y lugares comunes son las cosas que entiendo. Evidentemente no tengo buen oído para el portugués y la gente acá no está acostumbrada a los turistas o viajeros argentinos, por lo que no se saben manejar en portuñol, que es cuando se mezclan cosas de ambos idiomas para facilitar el entendimiento.


Comí un menú variado por 10 reales en un bar (porque lo había leído en un cartel) y después seguí recorriendo un poco. Me senté en la plaza a descansar un rato largo, pensando en nada y viendo a la gente.



Plaza de Sao Borja - Brasil

Para la hora que tenía que empezar a volver, no tenía cómo porque no había colectivos y un taxi cobraba muy caro: 25 reales que no pensaba pagar y que prácticamente no tenía. Después de preguntar un poco, nadie me sabía decir si había colectivos a la frontera, así que empecé a caminar para la ruta, con la idea de llegar al puente o que algo me salve. Eran 15 kilómetros y yo tenía 5 reales en el bolsillo. Me compré un agua para poder seguir viviendo y mi capital de moneda brasilera se redujo a 3,50. Es pleno marzo y el verano todavía se hace sentir acá.

Cerca de la rotonda de salida llego a un lugar donde arreglaban electrodomésticos viejos. Atrás de un pequeño mostrador se veían pilas de lavarropas, cocinas y demás. Trato de explicarles mi situación a los dos tipos que estaban ahí y que, como todo brasilero, no paraban de reirse. Les pido un poco de agua y me la alcanzan en una botellita. Me dicen que quizás enseguida pase el colectivo así que me quedo a esperar ahí mismo. Parecían muy buena gente, como todos los que pude conocer.


En eso llega un tipo en una moto y los dos del local empiezan a decirle que yo estaba viendo si pasaba el colectivo al puente, o algo así le deben haber dicho. Resultó que era una mototaxi, común en el pueblo, y ofrecía llevarme a la frontera. El diálogo fue el siguiente: ¿Por cuánto, maestro? Le digo en mi cordobés-portugués. 10 reais, me dice. Tengo 3,50, le respondo. Ocho, me dice. Gracias pero tengo 3,50, le vuelvo a decir mostrándole las tristes monedas. Vamos, me responde. Me da el casco, me lo pongo y subo. Gracias a este amigo brasilero que me llevó, casi por pura bondad, pude llegar al puente en una moto y volver al lado argentino. Volví hasta Santo Tomé con otro brasilero que conocí en la frontera.

Llegada la noche, la última que iba a pasar ahí, mi despedida de este pueblo correntino fue en un cumpleaños de una amiga de mi prima, después de haber sacado el pasaje a Posadas para las 9 de la mañana del otro día. Resultó que el cumpleaños se prolongó de más y estaba pasando un gran momento con la gente que ahí conocí. No quería irme a dormir y se hicieron las 6, las 7 y las 8. Así que directamente y, pudiéndome recomponer un poco, armé las cosas y me tomé ese colectivo después de saludar y agradecer a mi prima por los días allí transcurridos.

Me voy a Posadas, me voy a la provincia de Misiones. La pasé muy bien en este pueblo pero ya debo partir, una vez más, hacia donde yo quiera y el tiempo me lleve. En este momento, viajando por el Litoral, por los campos de yerba, choclo y en tierras coloradas, me acuerdo del gran Luis Alberto Spinetta que, en ese lugar y desde algún lugar, me canta:

Yo vine y no traje nada,
y lo mejor me llevé...
Porque ella es la flor más linda,
la de Santo Tomé.
Si es que se agita mi canción,
ya tiene dónde ir.
Río no traigas las sombras,
dulce río de amor...
La pena nos hace sauce
que no lloró.
Yo vine y no traje nada,
y lo mejor me llevé...
Ya que ella es la flor más linda,
la de Santo Tomé.

lunes, 19 de marzo de 2012

Al Chaco y Corrientes en camión

Me desperté temprano para irme de Vera. Desayuné con Mónica y su hija, que respectivamente se iban a trabajar y al colegio, y me despedí de ellos, por supuesto muy agradecido.

Llega el momento de partir otra vez, pero esta vez sé que será especial. Me meto de nuevo por las calles de tierra, ahora con las dos mochilas encima. Está amaneciendo, despejado y fresco, y ya se ven los campos de alrededor del pueblo. Cubro las 20 cuadras que hay hasta la Ruta 11 y hasta la Shell, y lentamente empiezo mi trabajo de hormiga de buscar algún camión. Acá pasan miles por día y dicha estación es parada obligada.

Después de cuatro o cinco intentos fallidos, no había pasado ni media hora que ya estaba encima de uno que iba hasta el Paraguay. Generalmente las empresas de transporte ya no dejan a los camiones llevar gente. Miguel, el camionero que me llevó a mi, obviamente hizo silencio ante sus superiores y se convenció de llevarme por gran solidaridad pero también, básicamente, por mi cara de perro mojado y porque yo tenía mate. Este último factor es absolutamente elemental y decisivo, y yo lo sabía bien.

Resistencia


Mi felicidad era completa y se trataba de un favor mutuo. Realmente el del camionero es un trabajo muy fuerte y lo pude percibir claramente ahí arriba, en esa pequeña cabina.


En unas cinco horas hicimos los 350 kilómetros que hay hasta Resistencia, ahí me bajé en la ruta y caminé hasta la terminal. El sol del mediodía de Chaco pica que da miedo. Después de buscar una hora, conseguí un colectivo urbano que me llevara a Corrientes. Cruzamos el absolutamente monstruoso Río Paraná, monumento colosal de la naturaleza del litoral, y ya estoy bajo cielo correntino, en la capital de la provincia y el chamamé.

Cuando me bajo, después de preguntarle al chofer, camino hasta el Mercado El Piso, del cual me pasaron el dato de unas combis que van a Santo Tomé, pero estaba cerrado. Entonces me dí cuenta del terrible hambre de las tres de la tarde que tenía, y almorcé ahí mismo, por $12, unas empanadas que eran un poco más chicas que un llavero.


Mi compañera


Para hacer tiempo salgo a seguir caminando por ese barrio, buscando algo o alguien. Llegué a una plaza y ahí me quedé en el pasto unas dos horas hablando con Andrea, la señora encargada de la limpieza del lugar desde hace ocho años. En eso cae Antonio, un señor viejo de canas largas que junta botellas de plástico en varias bolsas para venderlas, y se suma a la charla haciendo gala de una gran sabiduría. Ellos me cuentan de Corrientes y me preguntan sobre Córdoba.

Al tener que irme, les agradezco la compañía y les ofrezco sacarnos una foto como recuerdo. Antonio me dice, "el mejor recuerdo es la charla que acabamos de tener", saluda y se va cargando las botellas. No tuve nada que decirle mejor que el silencio.


La plaza en Corrientes y Andrea trabajando.


Después de eso doy un par de vueltas más y me vuelvo al mercado buscando las combis: resulta que no hay más en lo que resta del día. No queda otra que ir a la terminal y ver qué pasa con los colectivos y el paro nacional. Voy en un urbano porque queda lejos. El cansancio ya me pesa pero mi objetivo de llegar esa noche a Santo Tomé (frontera con Brasil) no cambia ni un poco.

Si bien la medida estaba anunciada, la terminal es un mundo de gente exigiendo viajar, pero los muchachos del gremio de la UTA (el que está de paro) tienen la manzana rodeada: están por todos lados controlando que nadie salga y, está claro, son capaces de cualquier cosa. Charlando nos llega el comentario de que le prendieron fuego las cubiertas a un colectivo de la empresa Río Uruguay que estaba por salir igual. En ese momento yo pienso: no vamos a creer todo lo que dice "la gente" (Mirtha dix it), con lo exagerada que es.

El "Crucero del norte" que, junto con unas diez personas, yo quería tomar a las 18 hs, está estacionado, medio escondido, en una calle de tierra del costado. Justo cuando estoy llegando veo que hace marcha atrás y se empieza a ir. Los muchachos del gremio, camuflados en las esquinas, lo ven y, a los gritos, salen en autos y motos con la lanza a buscarlo.

En treinta segundos, igual cantidad de tipos rodean el colectivo y, con golpes a los vidrios y piedras, amenazan al chofer diciéndole de todo menos "lindo". Otros dos o tres se bajan de un auto, abren el motor por atrás y cortan las mangueras de agua. Todo está perdido por ahora. El chofer decide salir después de las 12 de la noche, hora en la que se levanta el paro. No hay otra: viendo lo que pasó y conociendo a la gente sin cura, tumor maligno de nuestros pueblos, yo prefiero lo mismo. Se van en sus autos y motos insultando no solo al chofer, sino a toda la gente también.

Ahora, a aguantar entre todos los que estamos ahí, ya en medio de un buen clima, pura risa y sarcasmos para poder tragarse la bronca y esperar que se hagan las 12. Parecíamos Sabina, y al últimos éramos una familia nueva comiendo juntos y charlando de la vida. Al colectivo le arreglaron las mangueras... y salió.

Todo esto me pasó en un solo día o menos. A seguir viaje que a eso de las 5 de la mañana ya me espera mi querida prima Sandra en Santo Tomé (frontera con Brasil).

sábado, 17 de marzo de 2012

Santa Fé capital y Vera

El calor ya se siente en el colectivo al llegar a la capital de la provincia santafecina. El sol pega contra los ranchitos de las periferias, al borde de los ríos. Hace más de 40°.

Daniel, un paraguayo de Asunción que conocí en el bondi, me vino hablando mucho de su país y me dieron ganas de ir. Y como no hay ningún tipo de impedimentos...

Llegué y mi amiga Pilar me buscó en la terminal. Fuimos para su casa inmediatamente. El calor era insoportable y su hospitalaria familia me recibió como siempre. La pileta y unas cervezas ayudaron a refrescar el cuerpo.

Pensando para dónde seguir viaje, decidí que mi objetivo era llegar a Vera, pueblo donde nací y viví de niño.

Charlando con Juan, hermano de Pilar e hincha empedernido de Unión: ¿tomás cerveza? No, estoy muerto y mañana me voy temprano con mi viejo. ¿Dónde vas? Nos vamos a Chaco, me responde. ¿Ah, si? Yo voy para aquel lado también. Así fue que al día de haber llegado conseguí quien me lleve a Vera, 250 km. al norte, camino al Chaco.

Me despedí de Pilar, de su madre y salimos en una camioneta VW Amarok que era como un avión. En dos horas y media, y con velocidades máximas de 170 km/h, ya estaba en Vera, el que fuera el pueblo que me vio nacer y dar mis primeros pasos. Fui a parar a la casa de Horacio y Mónica, familia amiga desde que vivíamos acá.

Vera

A la mañana siguiente salgo a caminar y me meto por las calles de tierra. Encuentro la casa donde vivíamos y le saco unas fotos. Todavía me acuerdo, en una o dos imágenes como si fueran un sueño, de estar jugando en esa tierra o barro sobre el que ahora estoy parado, teniendo tres años. Veo la cuneta llena de bosta, y me acuerdo de haberme caído ahí en la bici.

Después de eso sigo caminando y bajo por la calle Mariano Leiva, para el lado oeste. Un nene casi desnudo está apoyado en una pared y jugando con un karting rojo, la gente pasa andando en bicicleta al rayo del sol del mediodía, las casas son cada vez más bajas y más chicas. Una nena vestida de celeste pasa corriendo por la vereda de su casa y las cunetas largan un olor a podrido y a desechos humanos en todas las calles a la redonda. 


La casa donde viví

La cuneta
 Paso por una casa donde suena un chamamé proveniente de un acordeón: el tipo está sentado en la puerta tocando y yo me hago el distraído y me quedo un rato para escucharlo. Voy hasta el final del pueblo y me subo a la ruta que va para Tostado y termina en Santiago del Estero. Empiezo a caminar por el campo: seguiría pero hago solo un kilómetro y vuelvo al pueblo y a la casa.


La ruta que va a Tostado




Ahora, mi objetivo e idea es llegar mañana a Corrientes. Aún no tengo idea cómo porque está anunciado un paro nacional de colectivos. ¿Cómo andará el dedo? Todo está a favor.

lunes, 12 de marzo de 2012

Kilómetro 0, otra vez

A horas de partir, muchas posibilidades e ideas se cruzan en la mente. ¿Qué pasará? ¿Dónde voy a terminar? No tengo la más pálida idea, tengo solo un recorrido de base sobre el cual me moveré, pero que podrá tomar cualquier tipo de rumbo, cualquiera sea el motivo que genere el volantazo.

Santa Fé capital primero, y después de alguna manera tengo que llegar a Santo Tomé (Corrientes, frontera con Brasil). No sé por dónde cruzar el Paraná para seguir para el norte, ni con qué personas me encontraré, ni cómo voy a hacer, mucho menos por qué medios, pero tengo todo el optimismo. Después me gustaría llegar a conocer Posadas, de ahí a Formosa y algún lugar de la frontera con Paraguay; y por último a la provincia de Salta y frontera con Bolivia. Desde ahí la idea es ya emprender de alguna manera el regreso a Córdoba.

El plan tiene cierto sentido y voy a estar con amigos y parientes, pero no está par
a nada asegurado sobre ninguna base, de ningún tipo, ni económica ni temporal. La idea se reduce sólo a llegar
siempre al próximo objetivo y seguir conociendo cada vez más. Más que nunca seré aprendiz de Mostaza, e iré paso a paso.

Parece que salgo solo, pero no, mucha gente me acompaña, y sobre todo muchos lugares y más gente me espera allá. Mucho de eso será inesperado y bueno, muy bueno, porque mañana
siempre es mejor. Y doy fé.

Arrivederci... y que sea ruta nomás.

Las que llevan todo

jueves, 8 de marzo de 2012

Empujarse

Se acercan los días, se pisotean entre ellos generando más ansiedad. Una ansiedad feliz. Quizás sea el momento tan especial de sentir que se arriesga todo, lo poco que se tiene, que es solo un puñado de sueños que valen más que el oro del mundo, y que esperan, sean los que sean.

Hay que empujarse entre todos.

En cuatro días parto, concentrado en la ruta, en mi ruta, pero con mucha gente en la mochila que espero, y estoy seguro, me acompañarán.

Tomo unas palabras de un increíble libro ("Atrapa tu sueño"), de una gente muy especial, y las hago nuestras:

Cuando más arriesgo mi vida por algo que tanto quiero, es cuando más vivo me siento. Prefiero morir intentando vivir, que morir sin haber vivido.

lunes, 5 de marzo de 2012

Recalculando

Hola a todos los amigos lectores (me siento importante), he vuelto para tratar de hacer de este espacio algo fructífero nuevamente. Es un blog de viajes que inicialmente lo hice para contar acerca de un solo viaje en especial; pero creo que es hora de usarlo para generar algo más. Ya que la adicción por viajar no se agota sino que, todo lo contrario, se incrementa día a día, hay que corresponderla con algunas palabras de aliento, compañía y apoyo.

Ya sé que debería cambiarle el nombre al espacio y que se llame algo así como www.acualquierlado.blogspot.com pero ya está. No lo voy a cambiar así que tendrá ese nombre pero voy a contar acá y dejar registro de cualquier tipo de viaje, en lo posible, de ahora en más. Aunque el mal de la tecnología a veces no lo permite, y capaz este blog quede obsoleto con el paso del tiempo, de alguna manera nos la vamos a ingeniar para transmitir aventuras, vivencias, lugares, personas y sueños. Y eso sobre todo, el sueño.

Esto no va a ser para tratar de ganar plata ni mucho menos (ni podría hacerlo si quisiera). Va a ser para contar que cualquier sueño, de cualquier tipo, está para ser cumplido y no dejado de lado. Sé que para mi, como para muchos, el viajar es soñar e implica sueños. Los trae consigo. Y si se sueña se vive más y más fuertemente, porque esa esperanza de lograr algo es lo que nos mantiene vivos.

Acá largo de nuevo con esto. Espero les sea de agrado y todos nos acompañemos en la ruta, río, montaña o lago que sea. Aunque no nos veamos. Porque nunca se viaja solo.

La siguiente aventura es una vuelta por el Litoral argentino, Formosa, en lo posible parte de Paraguay y Bolivia, y Salta.

Fecha de partida: 12 de marzo.