viernes, 13 de abril de 2012

Posadas - Encarnación. Donde el cielo remonta vuelo

Por primera vez en el viaje me pongo los lentes de sol. Yo sabía que en casos extremos los iba a necesitar. Estoy tirado en el colectivo y viendo de a ratos por la ventana, empezando este día que en realidad ya comenzó hace rato ¿Por qué será que siempre subo a un bondi con el cuerpo totalmente destrozado? Será que, quizás, cuando estoy afuera de él es cuando me encargo de destrozarlo. Incluso desde adentro se siente el calor y la humedad del Litoral. En fin...


El camino es muy extraño, no recuerdo haber visto muchos así. Los campos de choclo se mezclan con los de yerba y, a su vez, con la tierra colorada o, si no, inmensas extensiones verdes recostadas sobre lomas que parecen no tener final. La imagen me inspira una sensación tropical o centroamericana.


Ya entré a la provincia de Misiones y es la primera vez en mi vida que la visito. Tiene un aspecto agradable, linda y sobre todo muy verde. Pasado el mediodía llegamos a la terminal de Posadas y ahí me bajo sin haber decidido para nada qué hacer o para dónde ir. Las opciones que manejo son el centro, la costanera, Encarnación (en el Paraguay, para esto hay que cruzar el puente internacional) o cualquier lugar que me llame la atención.


Campos verdes misioneros
En la terminal hay mucha gente, incluso algunos mochileros, por lo que me sentí muy bien al verlos por ahí dando vueltas, igual que yo. Ahora ya sí estoy cansado de la noche sin dormir que tengo encima y mis restos caminan sin tener idea dónde ir. En eso veo un cartel que dice "Colectivos a Encarnación - Paraguay", y una flecha para afuera. Voy para ese lado y ahí estaba parado uno de dichos móviles que iban para allí. Sin pensarlo me subí y ya estaba yendo para el otro lado del puente e intentando sacarle charla a unas paraguayas. No tuve mucho éxito.


Volver a ver el monumental Paraná, acá un poco más cerca de su nacimiento, fue hermoso como siempre. Ahora sí, ya no tengo más adjetivos para describirlo. Simplemente es demasiado río. Hicimos rápidamente los trámites aduaneros en ambos lados y crucé rumbo al Paraguay. Estaba en un lugar muy extraño y desconocido pero me gustaba ir mirando todo a mi alrededor. Tanta gente anónima haciendo su vida de todos los días, o quizás no, quizás viajando también o quizás simplemente no haciendo nada en especial.


Encarnación es grande y se divide en muchas zonas. Yo fui directamente hasta la terminal de ómnibus y ahí me bajé. La manzana donde está ubicada está rodeada de mercados y ferias. Es la zona alta de la ciudad, o el "centro alto", como me dijeron cuando pregunté. Se ve que hay varios sectores céntricos. Cambié un poco de plata ahí mismo como para tener algo que comer. Un peso argentino equivale a 850 guaraníes paraguayos. Es la segunda vez que piso territorio de este país vecino.


Terminal y ferias en Encarnación
Entre tanto lugar desconocido, no sé para dónde encarar y lo primero que elijo es, sí, un lugar para comer porque con este hambre en cualquier momento se me vencen las piernas. El mercado del frente de la terminal tiene diversos, sencillos y amplios menús. Hay varios comedores distintos y es ideal para sentarse a comer e insertarme un poco más en este sitio donde siento que la gente me recibió de muy buena manera.


Comí unos tallarines con pollo por 10000 guaraníes y arranqué a caminar por todos los lugares cercanos. Bajé para el río que estaba cerca, fui para las calles del costado, para arriba, la izquierda y la derecha prácticamente en círculos. La gente con la que hablaba se mostraba muy amable y muchos me preguntaron qué estaba haciendo viajando por ahí. Ya saben qué respondía yo. Así fue durante un par de horas y volví a la terminal para retornar a Posadas con la luz del día y poder conocer esa ciudad también.


El colectivo de vuelta se superpobló de gente que va y vuelve haciendo compras del lado paraguayo. Uno va encima del otro con cajas y bolsas gigantes llenas de cosas, en su mayoría supongo que para revender del lado argentino a mayor precio. Resulta muy interesante y atractivo ver tal espectáculo. Claro está que el cruce de aduana es un descontrol en esa vuelta. A su vez, me parece que esta es la frontera más rápida pero desastrosa en la que he estado.


Posadas vista desde Encarnación
Vuelvo a Posadas y, ahora sí, voy para el centro de la ciudad preguntando por dónde llegar. La plaza central es realmente una hermosa maqueta parecida a Spectre, el pueblo semi-imaginario de "El Gran Pez". Jamás me hubiera imaginado que Posadas fuera tan linda, al menos en esta parte. La gente es igual de amable que en la mayoría de lugares donde estuve. Hasta me ofrecieron un trabajo de comprar dólares para un local de teléfonos. Yo, como siempre, confié y me mostré interesado. Era para que pudieran ir con dólares al lado paraguayo a comprar celulares pero finalmente no lo hice porque no tenían más plata para cambiar. Mi carrera de arbolito terminó sin haber ni siquiera empezado.


Después de estar en la plaza un rato largo tomando unos mates con chipá, caminé con destino a la costanera antes que cayera la noche. Bajo unas siete cuadras y al llegar y enfrentarme cara a cara con el río me senté. Ahí me quedé alrededor de una hora tan solo viéndolo. Esta costanera es realmente hermosa. El Paraná está inmóvil y no corre una brisa. Parece un inmenso e interminable lago. Desde lo más profundo del río me llega una energía muy grande que me hace acordar de estos versos...

Soy de la orilla brava, 
del agua turbia y la correntada,
que baja hermosa 
por su barrosa profundidad

Soy un paisano serio, 
soy gente del Remanso Valerio
que es donde el cielo 
remonta vuelo en el Paraná

El Paraná de Posadas
Cuando abandoné la costanera y empecé a subir de nuevo ya casi había caído la noche, así que volví al casco céntrico para dar una última recorrida por esta lindísima ciudad, la cual recomiendo absolutamente para ir a conocer. Además, está a las puertas de nuestra maravilla natural del mundo (a 300 km. de las Cataratas del Iguazú), y de paso para las Ruinas de San Ignacio y la selva misionera. Esta ha de ser una de las más lindas provincias que tenemos.


Un colectivo urbano me hizo dar un último paseo y me depositó en la terminal de Posadas nuevamente, donde había arrancado la aventura de este gran día. Hablando de aventuras, se está por terminar mi estadía en el Litoral. Los días transcurridos en estos pueblos han sido increíbles. En algunos momentos estuve solo y sin saber qué hacer; otros, estuve muy bien acompañado y asegurado, pero siempre haciendo mi viaje a mi manera. Creo que todo el tiempo tenemos las cosas delante de nuestros ojos: mientras más las veamos, más las vamos a saber disfrutar. El dejarme llevar por las experiencias y situaciones más fuertes es lo que mejor me ha hecho sentir en estos momentos de viaje. Estas vivencias únicas son las que nos brindan los lugares y la gente... esa es la mejor adrenalina y la que nos da las más grandes satisfacciones al cumplir los objetivos.


Sigo hacia otros rumbos y ahora me espera la provincia de Formosa. Para seguir haciendo un poco más de vida de familia voy a lo de mis tíos y primos que viven allí. Conseguí el pasaje alrededor de las 22 hs. Tenía tiempo de sobra así que, sin ningún apuro, comí y eso fue lo que me dio el tiro de gracia: hasta la hora de partida me dormí ahí, vencido, en los bancos de la terminal.

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