jueves, 18 de junio de 2009

28/01 – Empezar a volver. Cusco, otra vez.


Muy muertos, nos habíamos dormido temprano después de bajar caminando de las ruinas, con las piernas en la mano. Nos acostamos queriendo levantarnos a las 3 y media para ir caminando por las
vías a Santa Teresa, dar toda la vuelta en taxi hasta Santa María y en colectivo volver a Cusco. Lindos enfermos.a. Teto tomó coraje y sacó un par.


La caminata de 3 horas por la selva fue un aventurón de la cual no hay fotos por lo mal que estábamos. Estábamos destrozados, en un momento ya no podía mover las piernas y ni hablábamos. Nunca estuve tan cansado, pero me gustaba hacerlo.

Tomamos un taxi a Santa Teresa desde la Central Hidroeléctrica (hasta donde llegamos caminando), otro a Santa María y ahí nomás bus de seis horas de vuelta a la Ciudad Imperial. El camino: tremendo, llegando hasta los 4500 metros en un parte, muy vertiginoso y espectacular. Tampoco pude sacar fotos de este camino por las ganas de nada que tenía... la fiebre iba sentada en el asiento de al lado y yo conversaba con ella.

Llegamos otra vez a Cusco. Se siente bien estar de nuevo en esta ciudad. Ya un poco mejor, comimos muy barato como a las 4 de la tarde y fuimos a un hostel de 10 soles para esa noche. Obviamente, no era lujoso pero era justo como para nosotros.

Ahí nomás, a la Plaza de Armas. Nos reencontramos con las chicas (se habían vuelto antes en tren) y tomamos unos mates y unos tragos excelentes en un barcito (Pepe Zeta), antes de despedirnos de ellas porque tenían colectivo a La Paz a las 10:30 de la noche.

Espero verlas de nuevo a Lau y Vero porque fueron geniales y fue un placer haber pasado estos días con ellas desde que las encontramos en La Quiaca.
Además, fueron muy importantes y empujaron para que todos podamos alcanzar el objetivo. A ellas, muchas gracias y nos veremos otra vez. ¿Miguelito? Ya desapareció y no dio más señales.

Cansados hasta lo imposible, nos metimos al sobre tipo 11, tranquilos porque al otro día no tenemos porqué levantarnos temprano. Que alivio. Otra noche cusqueña o qosqoruna, como le dicen ellos. Salud.

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